Las llaves del reino. Entrevista con Bill Thompson, editor de Stephen King
Primera entrega de una serie de artículos exclusivos de Suntup Editions en los que Jason Sechrest entrevista a personajes clave del mundo de Stephen King
Entrevista realizada por Jason Sechrest y publicada originalmente en el sitio web suntup.press. Traducción de Óliver Mayorga.
A principios de la década de 1970, mucho antes de que Stephen King tuviera millones de Lectores Constantes, un hombre llamado Bill Thompson era el fan número uno de King. Mientras trabajaba para Doubleday, Thompson se encargó de editar casi todos los primeros libros de King, como Carrie, ‘Salem’s Lot, The Shining, Night Shift y The Stand. Pero el papel que Thompson desempeñaría en la vida de Stephen King fue mucho más importante que el de editor. También fue un amigo. Cuando el primer manuscrito que King presentó no era adecuado para Doubleday, Thompson lo rechazó suavemente y con palabras de ánimo, pidiendo a King que le enviara aquello en lo que estuviera trabajando después. Finalmente, Thompson recibió Carrie y reconoció al instante que era el libro que supondría la gran oportunidad de King. No solo abogó por que la novela fuera publicada por Doubleday, sino que luchó por ella como si fuera suya.
En resumen, Bill Thompson es el hombre que descubrió a Stephen King. También a John Grisham, y a un buen puñado de otros autores. Es nada menos que una leyenda en el mundo de la edición, y las decisiones que tomó durante su carrera cambiaron el curso no solo de la historia literaria, sino de la cultura estadounidense tal y como la conocemos.
En julio de 2018, localicé a Bill Thompson para preguntarle sobre su historia con Stephen King, y sobre su trayectoria en el mundo editorial. Es un honor y un placer presentarte la primera parte de esta entrevista exclusiva.
JASON SECHREST: En primer lugar, no puedo expresar el honor que me supone hablar con usted hoy. ¿Cómo está?
BILL THOMPSON: ¡Estoy genial!
JS: Hábleme un poco de la primera vez que entró en contacto con Stephen King. ¿Cuál fue el primer manuscrito que leyó y cómo llegó a leerlo?
BT: El primer manuscrito de Stephen King llegó en un paquete dirigido al editor de un libro titulado The Parallax View. Era un libro en el que yo no había trabajado, sino que lo había heredado de otro editor que acababa de dejar Doubleday. Cuando hizo el reparto de sus libros, dijo: «Quiero que Bill Thompson tenga The Parallax View, porque es un libro del que estoy orgulloso». Así que no tuve nada que ver con la adquisición del libro ni con la colaboración con el autor, pero ahora era mi libro y tenía que llevar un seguimiento. Y así fue como llegó a mi mesa el primer manuscrito de Stephen King.
En su carta de presentación, decía que había leído y disfrutado de The Parallax View, y que si aquella me había gustado, tal vez me gustara esta. La historia se llamaba Getting It On. La leí y pensé: «Oh, este tipo es bueno».
JS: ¿Qué hizo que fuera buena?
BT: Funcionaba. Lo mantuvo todo unido. Era una historia sobre un chico que tiene como rehenes a sus compañeros de clase. Era muy buena, pero realmente no ocurría nada en ella. Era sobre todo íntima, sobre cómo estos personajes cambiaban y evolucionaban bajo presión. Para mí, era muy convincente, y era genuina en términos de narración. Era como si estuvieras allí mismo. Eras testigo de todo.
JS: Y, por supuesto, esa historia se publicó posteriormente como Rage bajo el seudónimo de Richard Bachman en 1977.
BT: Sí, y el WGT que ves en la página de la dedicatoria soy yo. Ese fue el primer contacto que tuvimos, así que me dedicó el libro cuando se publicó.
JS: ¡Dios mío, no lo sabía! ¿Cómo respondió al manuscrito de King?
BT: En aquel momento él no tenía teléfono. Así que le escribí y le dije: «Permíteme presentarme. Ahora soy el editor encargado de The Parallax View». Creo que no entré en detalles sobre cómo lo conseguí o de quién lo adquirí. Dije: «Me gustó mucho Getting It On. Encontré algunos problemas, y me gustaría revisarlo con la intención de publicarlo, pero ¿te importaría hacer algunos cambios?». Tenía algunos inconvenientes editoriales, y ni siquiera recuerdo cuáles eran esas quejas porque he visto muchas versiones del libro.
Como él no tenía teléfono, nos comunicábamos por carta, pero también llegamos a conocernos a través de esas cartas. Al final, rechacé Getting It On, y me sentí muy mal porque él había hecho los cambios. La historia no pudo pasar por nuestro consejo editorial, que era bastante despiadado la mayor parte del tiempo.
Apenas me toleraban porque acababa de ser trasladado del departamento de ventas. Reduje mi salario para conseguir un trabajo en la editorial porque estaba decidido a convertirme en editor. Yo era el chico de ventas que se pasaba el tiempo cortejando a cualquiera que supiera que era editor allí. Me moría de ganas de entrar en el consejo editorial y no paraba de bombardear a la gente con: «¡Aquí hay 10 grandes ideas para libros!». O diciendo cosas como: «Este libro era genial, pero deberías haber hecho esto en lugar de hacer aquello». Me ponía en evidencia, así que todos me miraban como «ese editor que venía de ventas».
JS: ¿Qué edad tenía usted entonces?
BT: Tenía 27 años, o quizá 28.
JS: ¿Realmente aceptó un recorte salarial para convertirse en editor?
BT: Sí. También tuve que ser trasladado de Nueva Orleans a Nueva York, lo que supuso una gran complicación porque tenía una relación. Me salieron ronchas en las manos. Fui al dermatólogo y me preguntó: «¿Estás a punto de tomar una gran decisión?». Y así fue. Acepté el recorte de sueldo, pero nunca consideré que eso fuera un factor para tomar la decisión. Alguien me estaba pagando por leer libros, y nunca pude superar eso. Eso fue increíble para mí.
Y tengo que decirte que ser un comercial en Doubleday no era agradable. No teníamos cuenta de gastos. No cubrían la gasolina. Usábamos nuestros propios coches. Todo salía de nuestro propio sueldo. Teníamos que hacer tres viajes al año por nuestros territorios. Mi primer territorio fue Arkansas y el norte de Mississippi. Era responsable de la venta de libros en esa zona, pero me ascendieron a Nueva Orleans porque me iba muy bien. Mi territorio se convirtió rápidamente en todo Luisiana y el sur de Misisipi.
JS: ¿Por qué le apasionó convertirse en editor?
BT: Por los libros. Siempre fueron los libros. No hay ningún tipo de ego involucrado en esto. Probablemente lo hubo, pero sin duda fue subterráneo porque me sentía cómodo con los libros. Entendía los libros. Los libros, más que los autores. No había tratado con muchos autores. Como muchos de nosotros, pensaba que ser editor era como vivir en una especie de torre de marfil. Tenías que ser un fondo fiduciario, o tenías que ser de la Ivy League. Yo era de una especie diferente, como antiguo vendedor con ideas altaneras sobre ser editor. Sin embargo, tenía un ojo para detectar los libros que eran buenos. Y lo mejor de todo es que tenía un verdadero sentido comercial en lo que respecta a los libros. Sabía lo que se vendería y lo que no.
JS: Vaya que sí. No solo descubrió a King, sino también a John Grisham y a muchos otros nombres. Ese talento que tiene no solo para detectar a los buenos autores, sino para conocer el libro que les dará su gran oportunidad, ¿de dónde viene?
BT: Realmente tiene que ser el libro. No hay nada más. Carrie fue la gran oportunidad de King. No hay duda de ello. Lo sabías desde el momento en que lo leías. Que la primera novela de un autor vendiera 14 000 ejemplares —y eso fue mucho antes de que se estrenara la película, e incluso antes de la venta en edición de bolsillo— fue simplemente extraordinario. Me atribuiré todo el mérito de haber adquirido el suficiente compromiso interno con ese libro como para que el vendedor llevara la bolsa a la tienda e insistiera en que le hicieran un pedido. Un libro de un autor desconocido, sin historial ni credenciales, promocionado por un vendedor rebelde que ahora se autodenomina editor, no era una combinación ganadora. Pero me atribuiré el mérito de haber hecho que funcionara y de haber unido esas piezas.
JS: Sin embargo, Getting It On no fue el único libro de King que rechazó. Hubo otros, ¿no?
BT: Oh, sí. The Body era una novella de unas 40 páginas, que lamentablemente tuve que rechazar porque no había nada que pudiera hacer con ella en Doubleday. No rechacé la historia. Era un buen ejemplo de la escritura de King, pero ¿qué se puede hacer con una historia corta de 40 páginas? Es demasiado larga para un cuento y demasiado corta para una novela. Así que, solo puedes retenerlo. Ese era uno. Y luego estaba Roadwork y The Running Man. No sé si rechacé formalmente alguno de ellos. Solo dudé y dije que no eran adecuados en ese momento.
JS: ¿En qué momento le envió King el manuscrito de Carrie?
BT: Bueno, habíamos perdido el contacto durante un tiempo. Hacía varios meses que no sabía nada de él, pero sabía que iba a tener éxito. Sabía que lo iba a conseguir. Quería acercarme a él. A los dos nos gustaba la música country de mala calidad, así que le compré un calendario de música country. No sé si lo sabes, pero el cumpleaños de Stephen King es el mismo día que el de A. P. Carter, que es el patriarca de la familia Carter. Le envié este calendario y le dije: «¿Sabías que tu cumpleaños es el mismo día que el de A. P. Carter? ¿Qué has estado haciendo últimamente? No quiero ver tu nombre en una lista de superventas de Simon and Schuster».
Así que me envió Carrie. Dijo: «Tabby sacó esto de la papelera. No creo que sea nada bueno, pero adelante, léelo».
JS: ¿Le gustó inmediatamente?
BT: Me pareció que funcionaba hasta el final. En el primer borrador, cuando todo explota en el baile de graduación, Carrie se convierte en una figura gigante. Literalmente. Le salen cuernos. Le salen rayos de las puntas de los dedos y hace estallar por los aires un avión. Estaba convencido de que tenía que deshacerse de ese final y convertirlo en algo igual de letal, pero no tan de cómic. Se trata de una chica a la que le han hecho una broma cruel y humillante. Ha reprimido la rabia en su interior desde que tenía probablemente 6 años, y ahora va a explotar. Pero no va a ser con cuernos y rayos que salen de las puntas de sus dedos. Va a hacer cosas como derribar los postes de electricidad. Va a liberar el infierno y no le va a importar lo que ocurra. Ella no va realmente a matar a nadie. Solo libera el rencor, la frustración, la vergüenza y todos los demás sentimientos que le han sido impuestos por la gente que ha conocido.
JS: Bueno, sin duda hizo esos cambios.
BT: Sí, para mi satisfacción y deleite. Luego trabajé duro para que se publicara. Conseguir un contrato para publicar un libro era extremadamente difícil. Tienes un manuscrito que te apasiona y te encanta. Ahora debes conseguir tres lecturas de apoyo. Así que acudes a tus amigos editores que tienen que estar de acuerdo en que es maravilloso.
Luego vas al departamento de negocios y dices: «Quiero darle a este tipo 5000 dólares por este libro y va a tener 240 páginas y 5 ½ x 8 ¼ y sé que podemos vender 20 000 copias». Dicen que pueden publicarlo a 4,95 dólares si esas cifras son ciertas.
Entonces vas a al departamento comercial y dices: «Quiero que adelanten 15 000 ejemplares de esta novela». Y allí dirán: «¡¿Estás bromeando?! ¿Para una primera novela de un autor desconocido? Tendremos suerte si sacamos 5000».
En cualquier caso, juntas todas las piezas y esperas que funcione. Al final, conseguimos un contrato para el libro. 2500 dólares para King. En un momento dado, tuve que reducir esa cifra para que se aprobara. Lo subí de nuevo a 2500 dólares después de que fue aprobado, pero solo fue aprobado en 1500 dólares.
JS: ¿Cómo le dio la buena noticia?
BT: Le envié un telegrama que decía: «Bingo. Carrie es oficialmente un libro de Doubleday. 2500 dólares de derechos de autor. Llama para obtener más detalles gloriosos. Felicidades. El futuro está por delante. Con amor, Bill Thompson».
JS: Eso es historia en ciernes, ahí mismo.
BT: Fue un triunfo, para los dos, en realidad. Los dos nos sentimos eufóricos. «¡Lo hicimos, lo hicimos! Tenemos un contrato para ti. 2500 dólares, ¿no es estupendo?». Y, por supuesto, ahí es donde comienza la historia. Las ventas en rústica serían mucho más. Pero en aquel momento no conocíamos el futuro, y estábamos en pleno momento de euforia y celebración.
JS: Supongo que cuando se vendió el libro de bolsillo, él ya tenía teléfono.
BT: ¡Sí, lo tenía! Recuerdo ese día con mucha claridad. Primero recibí una llamada de nuestro departamento de derechos diciendo que un editor del Reino Unido me había visitado la noche anterior. Así es como funcionaba. Los editores extranjeros se presentaban en la oficina de un editor estadounidense y trataban con la gente de derechos. Les preguntaban: «¿Qué tienes que no le hayas enseñado a nadie más? ¿Cuál crees que va a ser la próxima bomba?».
Bien, había una persona que trabajaba en el departamento de derechos. Su nombre era Bob Banker. Era una de las personas a las que había pedido una lectura de apoyo porque había pedido apoyo editorial en Getting It On, y eso no funcionó. Así que con Carrie, decidí probar una táctica diferente. Fui a los departamentos de ventas y publicidad y derechos para que me dieran informes entusiastas de lo que creían que podían hacer con el libro. A Bob le encantó el libro y se acordó de él cuando le visitó el editor británico. Dijo: «Esto es realmente muy bueno». Así que el editor inglés se lo llevó, lo leyó esa noche y a la mañana siguiente llamó y dijo: «Queremos comprar esto. Tengo permiso para llegar a los 400 000 dólares».
JS: ¡Vaya!
BT: [Risas]. Todo el mundo estaba sorprendido. Yo estaba atónito. Es decir, solo esperas que el siguiente paso sea alguna venta decente o un buen anticipo. Pero esto fue épico. Este fue el acuerdo que estableció a Stephen King. Muy a menudo, en lo que respecta a establecer una futura carrera, se consigue con el estreno de una película. ¡Y sin duda, eso ayudó a King más tarde! Pero internamente, esta venta temprana en rústica, antes de que nadie la viera, por 400 000 dólares, iba a asegurar la publicación de futuras novelas.
JS: ¿Dónde estaba usted cuando recibió la noticia?
BT: Era un domingo por la mañana. Por aquel entonces era soltero y vivía en la parte baja de Westchester. Me había preparado un café y estaba leyendo el periódico. Bob Banker llamó y dijo: «Tenemos una oferta de 400 000 dólares por Carrie».
Le dije: «Acéptala».
Estaba aturdido. Estaba absolutamente aturdido. Quería bailar claqué, pero al mismo tiempo quería abrazar a King porque era una buena noticia que ambos compartíamos. Intentaba pensar cómo podía transmitirle el placer que estaba sintiendo para que recordase ese momento.
Así que le llamé y le pregunté: «¿Estás sentado?».
Dijo que sí.
Le dije: «Quiero que cojas un lápiz y un papel y escribas lo que te digo».
Dijo que vale.
Le dije: «Escribe un cero. Y luego, moviéndote de derecha a izquierda, añade otro cero. Ahora añade un punto decimal. Ahora añade otro cero. Añade otro cero. Y otro cero. (Pausa larga) Y una coma. Y otro cero. Y otro cero. Y un cuatro. Y un signo de dólar. Ahora léeme lo que tienes delante».
Dijo: «Cuatrocientos mil dólares».
Le dije: «Esa es la cantidad por la que Carrie acaba de venderse a New American Library».
JS: Se me saltan las lágrimas al escuchar esta historia. Caray, ¿cuál fue su reacción?
BT: Los dos estábamos muy callados, según recuerdo. Una especie de silencio de estupefacción. Yo estaba celebrando el momento con él, y él estaba celebrando el momento conmigo.
JS: ¿Era inaudito en aquella época que un nuevo autor consiguiera 400 000 dólares antes de que su libro saliese a la venta?
BT: Oh, fue realmente inusual. Incluso hoy en día. Puede que consigan una venta, pero no una de ese tamaño. Eso fue cerca de medio millón. Fue un evento extraordinario. Realmente lo fue.
JS: Debió de consolidarse lo de esto es lo que Steve está destinado a hacer. Hay que pensar en todo el sufrimiento y la vida a duras penas que [King y su familia] pasaron para llegar a este punto. Rechazaba trabajos nocturnos para pasar todas las noches escribiendo una historia tras otra en la máquina de escribir de Tabitha en el garaje. Vendiendo historias a revistas masculinas que pagaban lo justo para cubrir el coste de las medicinas para las infecciones de oído de los niños. Tenía que tener dudas en esos días. Y de repente, aquí está. El destino llama a la puerta.
BT: Él estaba convencido. Cuando tenía 12 años, decidió que esto era lo que iba a hacer el resto de su vida. Ese fue el punto de inflexión para él. Fue realmente cuando se convirtió en autor.
JS: ¿Recuerda la primera vez que vio la adaptación cinematográfica de Carrie realizada por Brian De Palma?
BT: La vi por partes, porque acababan de recibir las grabaciones diarias. Steve y yo la vimos juntos en un cine de la oficina del estudio. Estábamos sentados justo detrás de Neil Simon y Candice Bergen. Había mucha gente famosa. Pero el único segmento que vimos fue la escena del baile de graduación. Vimos toda la escena del baile tal cual se estrenó, aunque todavía no se había unido a la otra parte de la película. La disfruté mucho. Pensé que nunca iban a ser capaces de hacer justicia al libro y, sin embargo, no pude encontrar ningún fallo.
JS: ¿Cuál fue la reacción de King?
BT: Los dos éramos aficionados al cine, así que nos deslumbró verla en una sala privada de un estudio con famosos. Era una mirada tras el brillo y la ostentación del mundo del espectáculo.
JS: ¿Se arrodilló todo el mundo en Doubleday para darle las gracias cuando se anunció que Carrie iba a ser una película?
BT: En realidad no, y no me molestó. Mi situación en Doubleday ya se había cuadruplicado desde el lanzamiento de la novela, así que fue muy bueno para mí, pero nunca hice fortuna con eso. Realmente quería que la película fuera un éxito y no estaba convencido de que lo fuera. Steve tenía muchas esperanzas de que consiguiéramos a Brian De Palma, y yo pensé: «¿Quién?». Tuve que buscarlo. Solo había hecho un par de películas. Tampoco sabía quién era Larry Cohen, ni Sissy Spacek. Todos ellos eran relativamente desconocidos, así que eso me preocupaba.
A diferencia de The Shining, que, cuando llegó a nosotros, ya tenía a Stanley Kubrick.
JS: King ha dicho en innumerables ocasiones que la adaptación de Kubrick de The Shining no le entusiasmó. ¿Qué opina usted personalmente al respecto?
BT: A mí me pareció bien. De verdad que sí. No estaba seguro del final. En la primera versión del guion que recibimos, Jack mataba a Wendy al final. Les dije: «No, no podéis hacer eso. Ella no puede morir. Debemos tenerla viva al final». Tuvimos una pequeña disputa al respecto, pero finalmente ellos estuvieron de acuerdo conmigo en que debía estar viva al final.
JS: ¿Ellos, incluido Stanley Kubrick?
BT: No, los productores. Tuvimos un almuerzo muy costoso en el Hotel Plaza con Mary Lou Johnson y los inversores detrás del proyecto. Habían adquirido los derechos de la película y habían conseguido a Stanley Kubrick, así que ahora estaban hablando con Steve y conmigo para llegar a un acuerdo. El acuerdo que le ofrecían me parecía bastante justo, y él no tenía suficiente poder en ese momento para pedir más.
De hecho, volvieron a Steve después de que Jack Nicholson se sumara. Dijeron: «Escucha, Steve, tenemos a Jack Nicholson, pero no podemos pagarle a menos que te quites el 1 %». Querían darle a Steve el 4 % en lugar del 5 % que le habían prometido originalmente. Steve me preguntó: «¿Qué te parece?».
Nicholson estaba en el candelero en ese momento. Yo pensé: ¡Menuda oportunidad, Kubrick y Nicholson! Dije: «¡Acéptalo! ¡Acéptalo!».
A diferencia de la adaptación cinematográfica de Carrie, que necesitó el boca a boca para convertirse en un éxito, The Shining caminó por su propio pie enseguida porque era una película de gran presupuesto protagonizada por Jack Nicholson y dirigida por Stanley Kubrick. Las reglas del juego para algo así son muy diferentes. No tuve ninguna desavenencia por los cambios que hicieron respecto al libro. Esto sucede con las películas todo el tiempo. ⬥
Referencias
Sechrest, J. (9 de octubre de 2018). «Keys to the Kingdom - The Bill Thompson Interview (Part 1)» en el sitio web de Suntup Editions.