Stephen King habla sobre «Ojos de fuego»
El autor habla en exclusiva con «Vanity Fair» sobre la nueva adaptación, los orígenes de su libro de 1980 y de la película clásica de Drew Barrymore
Stephen King no sabe cómo hacer fuego. Si se perdiera en el bosque, como un personaje de Jack London que ansía la luz y el calor, todo lo que el autor podría hacer para encender una hoguera es buscar en sus bolsillos y esperar lo mejor. «Utilizaría un mechero Bic», bromea.
King se vuelve mucho más extravagante en su ficción, con personajes que canalizan el miedo, la ira o la tristeza en infiernos que lo consumen todo, desde Carrie hasta Apocalipsis, pasando por su relato más icónico de piroquinesis: Ojos de fuego. Ese superventas de 1980, sobre una niña extraordinaria que huye de los agentes del Gobierno que quieren convertirla en un arma, combinaba algunos de los temas favoritos de King: una niña que aprende a manejar sus poderes ocultos, una desconfianza desafiante hacia la autoridad y un retorcido anhelo de ver arder el mundo. (O, al menos, de asar a los que se lo merecen).
Una nueva versión cinematográfica de Ojos de fuego se estrena hoy en los cines y en el servicio de streaming de Peacock, con Ryan Kiera Armstrong como la joven Charlie McGee y Zac Efron como su protector padre, cuya capacidad telepática para empujar a la gente a hacer cosas le está matando poco a poco.
La película, producida por Blumhouse (Paranormal Activity, Insidious y Déjame salir), se aleja a menudo de la novela de King, especialmente en el papel de Michael Greyeyes como John Rainbird, el agente de operaciones encubiertas encargado de dar caza al padre y a la hija. Pero eso está bien para King. Ahora que sus historias se encuentran en una segunda o tercera generación de adaptaciones a la pantalla (como It, Cementerio de animales, Apocalipsis y la próxima Salem’s Lot), el autor dice estar más interesado en las remezclas que en la fidelidad. «Siempre tengo curiosidad por lo que hacen con los materiales básicos que les he dado», dice King.
Habló en exclusiva con Vanity Fair sobre los extraños orígenes de Ojos de fuego, su complicada experiencia con la versión de Drew Barrymore de 1984 y qué partes de la nueva película desearía que se le hubiesen ocurrido a él.
Vanity Fair: Ya han pasado 42 años desde su publicación. ¿Qué recuerdas de los orígenes de Ojos de fuego?
Stephen King: Pensaba en el LSD. Tomé mucho LSD en la universidad, y pensaba: ¿y si hubiera algún tipo de droga alucinógena que se estuviera probando y que tuviera estos resultados inusuales, causando reacciones psicológicas y paranormales en la gente? ¿Y si eso se transmite a un niño? Lo que recuerdo con más claridad es que quería a una persona joven [como personaje principal]. ¿Qué pasaría si dos personas que hubieran estado en la prueba tuvieran un niño con esta mutación, esta capacidad de encender fuegos?
Vanity Fair: He hablado contigo lo suficiente a lo largo de los años sobre tu proceso creativo como para saber que, a menudo, algunos aspectos se unen para inspirar tus historias. ¿Qué más influyó en Ojos de fuego?
Stephen King: Cuando escribí ese libro, también estaba en modo no confíes en el Gobierno. Todavía estábamos hablando de Vietnam en aquella época. Había una resaca de eso a finales de los 70. Y había todo tipo de cosas por las que no se podía confiar en el Gobierno. Me dije a mí mismo que por supuesto tratarían de retener a estos niños y querrían utilizarlos.
Vanity Fair: Estuve indagando y encontré estos artículos de agosto y septiembre de 1977. En The New York Times: “Los investigadores dicen que los estudiantes estaban entre los 200 que tomaron LSD en pruebas financiadas por la CIA”. Y luego había otro en el Harvard Crimson: “Los documentos de la CIA vinculan a Harvard con el proyecto de control mental”. Esto fue una gran noticia en ese momento, y me pregunto si eso llegó a tu radar.
Stephen King: Sí. Probablemente sí. Probablemente estaba en mi mente en ese momento, porque había un montón de historias terroríficas sobre que el LSD causaba mutaciones genéticas en los niños. Era como: no tomes esto o tus hijos serán monstruos.
Vanity Fair: Tus tres hijos ayudaron a inspirar algunos de tus personajes infantiles. En la nota del autor al final de Ojos de fuego dices: «A mi hija Naomi, que lo ilumina todo y me ayudó a entender —como cualquier hombre puede hacerlo— lo que es ser una chica joven e inteligente que se acerca a los 10 años. Ella no es Charlie, pero me ayudó a ayudar a Charlie a ser ella misma». Me has dicho antes que tener hijos era como tener una granja de hormigas que podías estudiar.
Stephen King: [Risas]. Ya sabes, es una forma mezquina de decirlo, pero hay algo de verdad en ello. Quiero decir, que en cierto modo he estudiado a mis hijos, no en términos de sus vidas reales, nunca he hecho ese tipo de ficción literaria en la que tienes un personaje apenas camuflado que está realmente en tu vida. Pero fue una oportunidad para observar sus comportamientos y su estructura emocional. Y una de las cosas que surgió muy claramente en ese momento fue que Naomi podía enfadarse mucho, porque no controlaba bien sus emociones. Y pensé: si le das a alguien así este tipo de poder, Dios sabe lo que pasaría. Así que eso se convirtió en una parte de ello.
Vanity Fair: Mi hija tiene 12 años y a veces me mira como si quisiera que estallara en llamas.
Stephen King: [Risas].
Vanity Fair: ¿Crees que la experiencia de crecer es diferente para las chicas que para los chicos?
Stephen King: Realmente no creo que lo sea. Hubo una época en la que se castigaba a las niñas por expresar sus emociones. Se suponía que debían ser más femeninas, más recatadas y más… dóciles, supongo que sería la palabra. Eso ya no es tan cierto. Y creo que es algo muy bueno.
Vanity Fair: ¿Fue Ojos de fuego un libro difícil de escribir? ¿Recuerdas mucho del proceso?
Stephen King: No, ¡fue divertido! Fue tremendamente liberador porque básicamente era una novela de persecución, y no tenía ni idea de lo que iba a pasar. Sabía que los iban a atrapar, pero no sabía qué iba a pasar más allá, así que todo fue una especie de revelación para mí. En ese momento de mi carrera pensaba menos en el público potencial y pensaba más en complacerme a mí mismo. Estaba en una etapa en la que me mantenía a mí mismo. Me sentía seguro de que podía ganarme la vida con esto. Había ganado algo de dinero y me apetecía, ya sabes, dejarme llevar.
Vanity Fair: ¿Te preocupó alguna vez, al principio de tu carrera, que una novela sobre una niña que provoca incendios fuera comparada con Carrie, sobre una adolescente que tenía poderes similares?
Stephen King: Sí. Es decir, las dos cosas están relacionadas. Pero para mí se relacionan de forma lógica, no como un modo de autoplagio. Charlie McGee es una superheroína. En cierto modo, Carrie es una antiheroína; es una criatura triste. La gran diferencia es que Carrie no tiene padre y su madre está loca. Los padres en Ojos de fuego, Andy y Vicky, son bastante cariñosos y la crían de la mejor manera posible. Así que creo que las historias son bastante diferentes.
Vanity Fair: Muestra el conflicto entre naturaleza y crianza.
Stephen King: Una de las cosas geniales de esta nueva película es la escena de la niña y la familia. Una de las cosas que me encanta es lo familiar que es; me parecen una familia de verdad. Y la cámara gira hacia la izquierda y ves un extintor en la pared…
Vanity Fair: Lo recuerdo.
Stephen King: Te dice casi todo lo que necesitas saber.
Vanity Fair: Está en un lugar extraño. En el estante de su comedor, en lugar de al lado de la estufa o en algún otro lugar esperado.
Stephen King: En el libro los tenían por toda la casa. ¿Y qué me dices de la niña? ¿No es buena?
Vanity Fair: Sí, Ryan Kiera Armstrong. Me preguntaba dónde la había visto antes. Estuvo en Viuda negra y La guerra del mañana, pero también estuvo en It: Capítulo dos.
Stephen King: ¿En serio? Oh, Dios mío. ¡No lo sabía!
Vanity Fair: Es la niña que Pennywise atrae a las sombras bajo las gradas, y luego…
Stephen King: Destroza.
Vanity Fair: Eso es. Ella ya tiene una pequeña procedencia de Stephen King.
Stephen King: Solo pensé que era muy, muy buena. Sin menospreciar a Drew Barrymore.
Vanity Fair: Hablemos de la película de Drew Barrymore. En su momento tuviste sentimientos encontrados sobre ella, pero ¿han cambiado con los años?
Stephen King: Me gusta más que antes, sí. No quiero decir nada malo de nadie. Nunca lo hago. Mi tendencia es, si hay algo que no me gusta, casi siempre mantener la boca cerrada. Me han preguntado muchas veces sobre El resplandor, ¿cierto? Estoy muy cansado de eso.
Pero si comparas a David Keith como Andy McGee [en la película de 1984] y a Zac Efron [en la nueva Ojos de fuego], creo que Efron gana la batalla porque parece mucho más inteligente y además miente mucho menos a la niña. En la película original hay mucho de «Oh, Charlie, todo va a estar bien». No hay nada que me levante ampollas tanto como mentirle a un niño. Este personaje, esta iteración de Andy McGee, no hace eso. Creo que Zac Efron hizo un trabajo maravilloso. Es un papel muy adulto. Y lo logró.
Vanity Fair: ¿Qué recuerdas de la creación de esa película de 1984?
Stephen King: Todo lo que recuerdo es que los cheques no rebotaban. [Risas]. Eso fue algo estupendo. En realidad, vi algo de dinero porque ya no era un asunto de Doubleday en el que se llevaban gran parte del dinero en los primeros días. Su cuota de agente era del 50%, lo que era jodidamente ridículo. ¿Qué puedo decir?
Vanity Fair: Dino De Laurentiis produjo Ojos de fuego, y trabajó en otros proyectos basados en tu obra: Los ojos del gato, y más tarde La rebelión de las máquinas.
Stephen King: Dino estaba loco por todo. Básicamente quería hacerlo todo. Se enamoró de algunas ideas. Una de ellas fue La zona muerta, que fue una película fantástica aunque no hizo toda la taquilla que querían.
Vanity Fair: Ahora se considera un clásico de David Cronenberg.
Stephen King: Por supuesto. Entonces, Dino quería hacer Ojos de fuego, y pensó: «¡Va a ser fantástico! Vamos a tener a Drew Barrymore para interpretar a la niña». Y ella había hecho E.T. en ese momento. Era una estrella infantil y él estaba loco por ella. Y ella también estaba loca por él, lo cual era genial. Y consiguió que Mark L. Lester dirigiera la película. Todo lo que recuerdo es mi única visita al set. Él tenía un resfriado horrible, y estaba trabajando en ello. Estaban filmando todas las bolas de fuego y todo. Los efectos eran muy buenos para la época.
Vanity Fair: ¿Eso es del final, cuando Charlie está escapando de las instalaciones del Gobierno y enviando nubes de fuego a los edificios?
Stephen King: Sí, pero en realidad no vi esa parte. Tuve que ir a casa y acostarme. Soy un escritor, no un cineasta. [Risas].
Vanity Fair: ¿Qué sentiste al ver la película?
Stephen King: Dino lo dio todo en esa película. Consiguió un reparto de estrellas, pero no tuvo mucho éxito. Era una gran película y era llamativa y consiguieron que George C. Scott interpretara a Rainbird. Y no funcionó. Creo que parte del problema era que David Keith no transmitía la situación de tortura de Andy.
Vanity Fair: Sé que ahora no tienes nada que ver con las adaptaciones. Pero entonces, ¿intentaste trabajar un poco con Dino para que viera tu punto de vista sobre la película?
Stephen King: No, nunca vi una proyección hasta que hicieron el estreno mundial en el Bangor Cinema. Tenían una limusina y Drew Barrymore iba vestida de fiesta y había mucha prensa. Esa fue la primera vez que la vi. Y en ese momento pensé: «Bueno… está bien». Ese es mi recuerdo: sentirme un poco defraudado en general.
Vanity Fair: Había una bonita foto tuya y de Drew en la que ella te encendía un cigarrillo.
Stephen King: Sí, claro. Tengo una foto de ella de esa época que dice: «Stephen, te quiero mucho». Está en la pared de mi estudio. Es una gran persona, y he estado en contacto con ella de vez en cuando a lo largo de los años. Es fantástica. Muy dulce y alegre.
Vanity Fair: Te vi reunirte con ella en su programa de entrevistas hace un año o así.
Stephen King: Ella me preguntó si lo haría. Y lo hice. Fue fantástico.
Vanity Fair: Leí algunos de tus comentarios sobre esa película, y creo que la llamaste «puré de patatas de cafetería». ¿Qué opinas de la película hoy en día?
Stephen King: Yo era muy joven en ese momento. Y tengo que decirte la verdad, no he vuelto a verla desde que la vi en el cine. Nunca la he vuelto a ver. Así que eso ya te dice algo. Mientras que este remake lo he visto ya tres veces.
Vanity Fair: ¿Tuviste oportunidad de echar un vistazo a la nueva Ojos de fuego durante su desarrollo?
Stephen King: Leí el guion de antemano y me dije: vale, lo que han hecho aquí es concentrar la historia y convertirla en una historia familiar. Y eso me encanta. Han mantenido los puntos principales de la historia y, gracias a Dios, han conseguido que un nativo americano de verdad interprete a John Rainbird. Eso fue un paso en la dirección correcta.
Vanity Fair: Estás hablando del actor Michael Greyeyes.
Stephen King: Sí. Es bastante bueno. Hay mucha más autenticidad en esa actuación. Es una actuación íntima y poderosa.
Vanity Fair: Han hecho que su John Rainbird sea un poco más simpático, en lugar de ser un asesino frío y sin remordimientos. ¿Qué te parece eso?
Stephen King: Me gusta ver a un personaje crecer y cambiar. Y eso es lo que ha sucedido. Así que lo disfruté mucho.
Vanity Fair: ¿Recoge Greyeyes algo —o cambia algo— de su personaje original que te llame la atención?
Stephen King: Lo que recuerdo con más claridad —y tampoco he revisado el libro en mucho tiempo— es que llega a su primera entrevista con el Capitán y este le dice: «¿Qué tal Venecia?». Y Rainbird dice: «Se hunde». En el libro es un nihilista total. Y en la película tiene un poco más de textura.
Vanity Fair: ¿Qué otros cambios en Ojos de fuego te llamaron la atención?
Stephen King: A veces, a la gente del cine se le ocurren cosas y dices: «Ojalá hubiera hecho eso». En esta película, Andy se convierte en una especie de consejero para intentar sacar a la gente de sus malos hábitos. Y lo hace empujándolos. Hay una mujer al principio que es fumadora y él la convence de que lo deje.
Vanity Fair: Cierto, usa sus habilidades psíquicas para básicamente disolver la adicción. ¿Es algo que desearías haber pensado?
Stephen King: Sí. Ese fue un giro bastante bueno en él. Por otro lado, hay una escena en el libro que no está en la película en la que empuja a un tipo a poner su mano en un triturador de basura y encenderlo. Eso habría sido genial. [Risas].
Vanity Fair: ¿Consultaste algo con el director, Keith Thomas, o el guionista, Scott Teems?
Stephen King: Mi idea es mantenerme al margen de ellos. El director de Mr. Harrigan’s Phone, John Lee Hancock, estuvo en contacto y me envió algunos fotogramas y otras cosas. Me ha hecho un par de preguntas y lo mismo ocurrió con [el guionista de It] Gary Dauberman, que dirigió Salem’s Lot. Me enseñó un borrador de la película y me preguntó sobre algunas cosas que están haciendo. Quería saber qué pensaba yo sobre varias cosas, y le dije lo que podía decirle. En otras palabras, estoy dispuesto a dar mi opinión, pero no quiero ser parte del problema. Los directores tienen suficientes problemas. Tienen mil pelotas que mantener en el aire.
Vanity Fair: ¿Te has planteado alguna vez revisitar a Charlie McGee, como hiciste con Danny Torrance en Doctor Sueño?
Stephen King: Solía decirle a la gente —y era gracioso— que pensaba en lo que pasaría si Danny Torrance de El resplandor y Charlie McGee se enamorasen. ¡Piensa en los niños!
Vanity Fair: No querría hacer de niñera. Entonces, ¿no crees que explorarás lo que le pase a Charlie cuando crezca?
Stephen King: No, no sé por qué. Creo que probablemente lo más parecido a una secuela sería El Instituto, que tenía niños con poderes paranormales y el Gobierno interfería y utilizaba a esos niños, lo que me pone furioso porque veo una analogía entre eso y lanzar a los niños a la maquinaria de guerra. Es una mala manera de comportarse, de enseñar a los niños: «Bueno, tienes que hacer esto y aquello por tu país».
Vanity Fair: La nueva película de Ojos de fuego deja las cosas abiertas para una posible secuela.
Stephen King: El director ha hablado de que Ojos de fuego es la primera película de una trilogía sobre Charlie.
Vanity Fair: ¿Qué opinas de eso?
Stephen King: Me encantaría verla. Estaría perfectamente de acuerdo con eso. Espero que sea buena. A veces lo son, y a veces no.
Vanity Fair: Tengo la impresión de que Ojos de fuego es una novela que mucha gente tiene como punto de entrada a tu obra cuando son lectores jóvenes. ¿Crees que es así?
Stephen King: Creo que es cierto. Ojos de fuego y Carrie, y el que se publicará en septiembre, Fairy Tale, son como libros juveniles camuflados. Tratan sobre niños en situaciones difíciles. Una de las razones por las que It tuvo tanto éxito fue porque a la gente le gusta ver a los niños comportándose como lo hacen los niños de verdad. Un libro como Fairy Tale es, en gran medida, una aventura adolescente con un montón de joder y mierda y sexo. Esa es la vida real de los jóvenes. Cuenta conmigo es otro ejemplo donde hay eso, así es como es en realidad.
Si se trata de gente con talentos inusuales, como poder encender fuego o visitar otro mundo, como en Fairy Tale, es la realidad del personaje lo que conmueve a los niños. Creo que muchas veces se enamoran de algunas de esas cosas. Solo lo supongo, ¿entiendes?
Vanity Fair: Me alegro de que hayas mencionado Fairy Tale. Iba a preguntarte qué es lo siguiente para ti. ¿Hay algo más que puedas decir al respecto?
Stephen King: Pensé que me gustaría escribir un libro como los que recuerdo cuando era niño, como los libros de Edgar Rice Burroughs o las historias de Robert E. Howard sobre un joven valiente que es el chico fuerte y americano. Pero me dije que me gustaría hacerlo de forma un poco más realista. Así que este chico tiene las cosas arquetípicas. Es un jugador de fútbol y es atlético y es inteligente y todo eso. Pero también hay problemas en la familia, pone mierda de perro en el parabrisas de un profesor que detesta y rellena el contacto con pegamento instantáneo. Así que no es totalmente un buen chico. No es como los héroes de Disney.
Vanity Fair: Creo que eso es lo que has llamado «un personaje que crece y cambia».
Stephen King: Sí. ⬥
Referencias
SITIOS WEB
Breznican, A. (mayo de 2022). “Where There’s Smoke: Stephen King Revisits Firestarter” en Vanity Fair.