Siempre vuelven
Por qué Stephen King quiere ver «Freddy contra Jason». Y por qué la película le hace querer confesar sus secretos
Columna escrita por Stephen King y publicada en Entertainment Weekly el 22 de agosto de 2003. Traducción de Óliver Mayorga.
Tengo algo que confesar, ¿vale? Sé que algunos de vosotros os reiréis cuando os diga esto, y otros se burlarán. Puedo soportarlo; por eso me pagan mucha pasta (25 dólares por columna, y colega, eso no es paja). Mi confesión se divide en tres partes:
He visto todas las películas de Pesadilla en Elm Street.
He visto casi todas las películas de Viernes 13.
He visto todas las películas de Halloween. En los años 80, incluso tenía una chapa que sugería que Michael Myers y Jamie Lee Curtis serían una gran candidatura presidencial. ¿Quieres decirme —en serio— que Saddam Hussein habría seguido amenazando una vez que empezara a escuchar esa espeluznante música de teclado de John Carpenter?
Aquí hay algo que puede parecer que no tiene nada que ver con lo anterior, pero créeme, sí lo tiene. Uno de mis momentos favoritos de la película de Rob Reiner Cuenta conmigo (basada en mi novela corta El cuerpo, aunque no aparece en mi historia) se produce cuando Vern y Teddy, que no son las bombillas más brillantes de la Gran Lámpara de la Vida, discuten sobre quién ganaría una batalla entre Superman y Super Ratón.
Teddy opta por Superman, porque todo el mundo sabe que Super Ratón es un dibujo animado, no un tipo real.
Vern lo piensa, detenidamente, y luego (con una mirada desgarradora) dice: «Sí, ¡pero sería una buena pelea!».
Ves a dónde va esto, ¿no? Seguro que sí.
Nuestros padres no tenían a Freddy, Jason y Michael; se quedaron con Frankenstein, Drácula y el Hombre Lobo. Pero la idea siempre ha sido la misma: la primera película llega y aterroriza a todos. Luego vienen las secuelas. Y, como dirá cualquier aficionado al cine de terror, las secuelas casi nunca dan miedo.
El problema con las revanchas es que el tipo que da miedo se convierte en tu amigo. De hecho, empiezas a apoyarle. (Frankie, Drac y Wolfie acabaron apareciendo en ese indispensable de Halloween que es Monster Mash, cantado por Bobby Boris Pickett y su grupo vocal, los Crypt-Kickers).
Eso es lo que ocurrió con Freddy (el hombre del saco de Elm Street), Jason (el hombre del saco del campamento Crystal Lake) y Michael (el hombre del saco de Haddonfield, Illinois). Uno de mis hijos fue a pedir caramelos un año con un sombrero de Freddy Krueger que él mismo envejeció con mucho cuidado (aunque su madre no le permitió desmembrar varios pares de tijeras para hacer «dedos de Freddy»). Mi otro hijo tenía un muñeco de Jason Voorhees. Incluso se lo llevaba a la cama, explicando que Jason podía dar una paliza a «los tipos malos de verdad» que había en su armario.
Estas tres franquicias han generado más de dos docenas de largometrajes, y cuesta recordar lo genuinamente aterradores que eran estos tipos en sus debuts. Estoy acostumbrado al terror, pero Pesadilla en Elm Street, Viernes 13 y Halloween me dieron un susto de muerte (aunque creo que La matanza de Texas, una película de la que también se han hecho varias secuelas insignificantes, sigue siendo la campeona de todos los tiempos en lo que respecta al miedo puro). Con la excepción de Los guerreros del sueño de la saga de Freddy, ninguna de las secuelas me ha puesto la piel de gallina. Entonces, ¿por qué estas películas siguen apareciendo durante una semana o más en el cine local, de camino a Blockbuster y Hollywood Video?
La respuesta es sencilla: porque los idiotas como yo seguimos yendo a verlas. ¿Y por qué? Porque el miedo generado por una buena película de terror es una droga, y como cualquier yonqui te dirá, persigues el subidón mucho después de que este se haya ido. Claro, Halloween: H20 apesta, nos decimos, pero quizá la próxima película de Michael Myers la haga alguien que realmente entienda y ame el género, y nos dé una sacudida del terror original que sentimos cuando John Carpenter nos puso detrás de la máscara, o cuando Jason salió de Crystal Lake para agarrar a la chica en el bote de remos después de que pensáramos que estaba muerto.
Cuando se trata de franquicias de terror, el penúltimo aliento es casi siempre el de la «combo película», y este verano hemos llegado, para bien o para mal, a ese punto con Freddy contra Jason. Y yo seré el primero en la fila. Es decir, en mi corazón sé que va a ser terrible, pero aun así estaré allí. Después de todo, no es la última fase en este proceso evolutivo: es la comedia. En algún momento, alguien puede convencer a Tom Green o Adam Sandler para que se enfrenten a Freddy o Michael Myers. Esa creo que me la podré saltar; hay cosas que son tan vergonzosas y feas que deberíamos apartar la vista.
Pero esa debacle es para después. Ahora tenemos a Jason contra Freddy. Todos los que vayan estarán como yo, pagando la entrada mientras saben que la idea misma es ridícula, algo configurado que solo podría gustarle a un contable del estudio (y probablemente solo mirando las recaudaciones en el extranjero), y sin embargo…
Tal vez sea buena.
Y aunque no lo sea, recuerda lo que dijo Vern Tessio en Cuenta conmigo sobre un enfrentamiento entre Superman y Super Ratón: no importa quién gane, será una buena pelea. ⬥
Referencias
King, S. (22 de agosto de 2003). «Always, They Come Back» en Entertainment Weekly.