El regreso de Jack
Stephen King habla de «Black House», la secuela de «The Talisman»
Introducción a Black House escrita por Stephen King en julio de 2001 y publicada en la edición ebook. Traducción de Óliver Mayorga.
¿Cómo llegamos Peter y yo a escribir no solo uno, sino dos libros sobre Jack Sawyer y sus viajes a otro mundo llamado los Territorios? ¿Y cómo logramos estas colaboraciones?
Supongo que la colaboración inicial se produjo porque a Peter y a mí nos gustaba el trabajo del otro, así como también el uno al otro (nos conocimos por primera vez en el barrio londinense de Crouch End, donde Peter y Susie Straub vivían a finales de los setenta). Habíamos sido tachados de novelistas de terror y prácticamente descartados por la clase dirigente literaria, que en aquella época estaba profundamente fascinada con escritores como John Gardner, E. L. Doctorow y Philip Roth (siempre Philip Roth). Esta clasificación en guetos no hería los sentimientos de Peter ni los míos, pero tampoco nos creíamos necesariamente esa clasificación. Simplemente escribíamos libros y hacíamos lo mejor que podíamos para crear personajes que se comportaban de forma realista en circunstancias a veces fantásticas. Peter me impresionaba porque sabía muy bien cómo se comportaba la gente. Además, tenía sentido del humor y sabía contar historias. Recuerdo que empezamos a hablar sobre colaborar en aquel primer encuentro en Londres. La conversación se convirtió en algo serio cuando Peter y Susie volvieron a Estados Unidos a principios de los ochenta (a Connecticut, en realidad, un poco más abajo de Maine, donde vivíamos Tabby y yo con nuestros tres hijos). El resultado fue The Talisman.
Aunque se publicó en 1984, The Talisman se ambienta en 1981. Cuando Jack tiene su primer indicio de ese otro mundo llamado los Territorios (el 15 de septiembre, fecha de publicación de Black House), tiene doce años. Sus creadores rondaban la treintena. Y entonces, bueno… ¿cómo decirlo? (curioso cómo pasa el tiempo). Es como dice una vieja canción, y esa es una explicación tan buena de lo que ocurrió como cualquier otra. Las aventuras de Jack tuvieron una satisfactoria carrera en las listas de los más vendidos, primero en tapa dura y luego en rústica; The Talisman se asentó entonces en una tranquila y próspera vida en la activa lista de libros pendientes. (Gratificante, pero no sorprendente: las buenas novelas de fantasía tienen una larga vida). Peter pasó a escribir una serie de novelas sobre Vietnam; yo pasé a escribir lo que llegué a llamar la Trilogía de las Damas (Dolores Claiborne, Gerald’s Game, Rose Madder). Y en algún momento, Peter y yo empezamos a hablar de dónde podría estar Jack Sawyer al acercarse el siglo XXI. Nos dimos cuenta de que el chico se habría convertido en un hombre y, para ser un hombre de éxito —un hombre cuerdo—, habría tenido que encontrar la manera de integrar sus locas aventuras infantiles en su vida adulta. ¿Y su amigo Richard? ¿Qué tramaba Richard? (Mientras preparaba Black House, que se tituló T2 durante la mayor parte de su gestación y creación, Peter llegó a escribir cuatro espectaculares páginas a un solo espacio sobre la absurda, exitosa e infeliz vida de Richard Sloat. Muy poco de ello llegó a incluirse en la novela terminada, pero está ahí si llegara a necesitarse). ¿Y la madre de Jack? ¿Viva o muerta? ¿Qué ocurría en los Territorios? Pero sobre todo era Jack Sawyer quien nos interesaba. Era, en cierto modo, un amigo de la infancia con el que habíamos perdido el contacto. Queríamos saber qué le había pasado. Lo cual podíamos hacer, pero para tipos como nosotros, averiguar cosas significa escribirlas. La imaginación puede llevar a tipos como nosotros a cualquier parte, pero primero tienes que ponerla en marcha, y eso significa escribir. Decidimos hacerlo. Que yo recuerde, la decisión se tomó durante el almuerzo de un día de principios de abril de 1999. El plan era empezar ese mismo verano. Resultó que dos meses después tuve un grave accidente, al que tuve suerte de sobrevivir (me atropelló una furgoneta mientras daba un paseo vespertino), y no nos pusimos en marcha hasta el invierno de 2000.
Lo que recuerdo con más placer es lo rápido que Jack Sawyer volvió a ser real para nosotros. Tanto en nuestras primeras conversaciones exploratorias (Nueva York) como en las posteriores, más serias (Longboat Key, Florida), hablamos de Jack Sawyer como una persona viva real. Peter decía: «Jack debió de dedicarse a hacer cumplir la ley, ¿no crees?». Yo respondía: «Bueno, podría haberse hecho abogado». Peter, moviendo la cabeza enérgicamente: «No, no, nuestro chico no. Richard Sloat podría haberse convertido en abogado, pero nunca Jack».
Poco a poco, fuimos construyendo los cimientos de una historia: una historia verosímil de Jack Sawyer, los años perdidos. Mientras escribíamos The Talisman, Peter había mencionado —medio en broma, medio en serio— que si alguna vez queríamos volver a Jack Sawyer, podríamos escribir la historia definitiva de una casa encantada. Sin embargo, los libros son cosas resbaladizas; aunque el tema de la casa encantada formaba parte del plan cuando empezamos a trabajar en Black House, pronto pasó a un segundo plano frente al monstruo que había construido la casa encantada. Pero no importa. Si un libro cobra vida, te dice lo que quiere… y Black House tenía mucha vida, incluso cuando no era más que una letra y un número: T2.
¿Qué más recuerdo de la creación? Recuerdo que Peter comentó que un monstruo viejo sería difícil de atrapar. Todo el mundo pasa por alto a los monstruos viejos, dijo. A partir de ahí empezamos a hablar de residencias de ancianos, comunidades de jubilados, Alzheimer. Puede que fuera yo quien dijera que el Alzheimer sería la tapadera perfecta para un monstruo viejo. Así lo hicimos, creo. Es como jugar al tenis sin pelota, sin red, sin raquetas, sin pista, y luego pensar poco a poco que esas cosas existen. Habíamos ambientado The Talisman en Nueva Inglaterra, al menos al principio; territorio de Stephen King. Peter quería volver a los escenarios de Wisconsin de sus primeros libros en T2, y me pareció bien. ¿El toque final? Mi mujer y yo tenemos una casa de verano en un lago al oeste de Maine (es la casa, de hecho, donde Peter y yo terminamos de escribir The Talisman en el verano de 1982). Mi estudio está en una habitación del segundo piso que da al salón. Una noche estaba en mi estudio, haciendo el tonto con algo (creo que era la reescritura puntual de Dreamcatcher), mientras Tabby veía la tele abajo. Era el Canal Historia, y estaban hablando de un asesino en serie llamado Albert Fish. ¿Quién en su sano juicio habría sospechado de un anciano tan distinguido?, preguntó el narrador, y entonces mi mujer cambió de canal. Corrí hacia la barandilla que daba al salón y grité: «¡Cámbialo otra vez!». Mi mujer es una mujer maravillosa que entiende mis frenesíes. Cambió de nuevo al documental de Fish sin hacer una sola pregunta. (Pero con al menos un comentario: «Steve, esto es realmente asqueroso». Lo sé, dije alegremente). Más tarde, esa misma noche, escribí a Peter Straub un correo electrónico en el que le sugería a Fish como modelo para nuestro villano, un villano que con el tiempo se conocería como el Pescador. Hubo más —la creación de Black House se produjo en una serie de capas—, pero creo que se entiende la idea. La creación real de la historia fue una colaboración casi perfecta. Avanzaba, pausa, avanzaba de nuevo, pausa de nuevo. Y siempre tuvimos a Jack Sawyer en el centro. Él era el eje sobre el que giraba toda la historia. Incluso antes de que escribiéramos nada, existía esa poderosa y unificadora curiosidad: ¿cómo se convierte un niño en un hombre, especialmente cuando el niño ha vivido una serie de fantásticas aventuras en otro mundo? ¿Cómo alcanza esa persona la madurez y la racionalidad de un adulto? ¿Cómo mantendría esas cosas si descubriera que el mundo de los Territorios no era solo un sueño? ¿Y si se ve obligado a volver? Esas fueron las preguntas que nos animaron y guiaron nuestra imaginación cuando pasamos de la charla al esbozo y, finalmente, al libro. Responderlas no siempre fue fácil, pero el acto de colaborar tiene algunas comodidades únicas. Una de ellas es que, si te encuentras total y completamente bloqueado, puedes recurrir a tu compañero de correrías.
La redacción de Black House se llevó a cabo del mismo modo que la de The Talisman: por turnos. Peter escribía durante un tiempo y luego me enviaba el libro. Yo escribía un rato y se lo devolvía. Esta vez tuvimos bastantes más consultas (tanto por teléfono como por correo electrónico), porque Black House tiene una estructura muy diferente de The Talisman. T1 era una novela de búsqueda, poblada sobre todo por jóvenes. T2/Black House tiene un abanico más amplio de personajes, y en su núcleo alberga un misterio agradablemente complejo, así como algunas conexiones interesantes con las novelas de la Torre Oscura (y eso, Lector Constante, fue en realidad idea de Peter). Con trama compleja o sin ella, la escritura fue bastante fluida.
Al fin y al cabo, intentamos escribir el tipo de novela de suspense trepidante que gusta a los lectores. Y para ello, tuvimos que complacernos a nosotros mismos. Baste decir que, en este caso, lo hemos conseguido. Fue un placer volver a visitar a Jack Sawyer y a los Territorios.
Steve King
Julio, 2001
Referencias
King, S. (2001). «Jack’s Back» en Black House (formato ebook).