¡Está viva! ¡Viva!
Stephen King nos recomienda tres lecturas que demuestran que la Gran Novela Norteamericana está más viva que nunca
Columna escrita por Stephen King y publicada en Entertainment Weekly el 21 de mayo de 2004. Traducción de Javier Martos.
¿Queréis buenas noticias? No puedo ayudaros, hace años que no recibimos ninguna. ¿Buenas comidas? Qué va, si vuestra casa es como la mía, solo perderéis calorías. ¿Buenos programas de televisión? Lo lamento, pero ya no se emiten ni Friends ni Los Soprano, y Kingdom Hospital dejará de hacerlo en breve, ¡ay! (Hablaremos de esto en otro momento). ¿Buenas películas? Olvidadlo, ya casi es verano. Es la época de Van Helsing, comprobad vuestro coeficiente intelectual en la entrada.
¿Buenos libros? Ah, ahí sí puedo ayudaros.
Por lo general, una vez cada primavera y otoño —cuando los editores sacan la mayoría de los títulos del año— algún malhumorado depredador, cuya familiaridad con la ficción estadounidense termina en Sherwood Anderson, proclama al viento que la novela norteamericana ha muerto, salvo para los adultos que aguardan en el aeropuerto entre vuelo y vuelo, y para los niños en edad de ir a un campamento con cicatrices de rayos en la frente. No los creáis. La Gran Novela Norteamericana está más viva que nunca, y aquí os dejo tres ejemplos que lo demuestran. Elegid los que se ajusten a vuestra hamaca.
The Stones of Summer, de Dow Mossman (Barnes & Noble, 19.95 dólares): Si la Norteamérica del siglo XX ha producido un libro a la altura de Moby Dick, probablemente sea este. Pero no dejéis que eso os detenga ni os frene. Lo único que digo es que, al igual que la historia de pescadores de Melville, esta es una ballena que ha encontrado de algún modo una audiencia a pesar de los innumerables obstáculos, incluyendo una descatalogación (Bobbs-Merrill dejó de publicar ficción después de publicar The Stones of Summer en 1972) y solo unas cuantas reseñas. El autor no realizó ninguna gira de presentación. Cuando publicó su único libro, Mossman se estaba recuperando de una crisis nerviosa que sufrió de se acabara su relación de amor/odio de diez años. Es difícil meterse en la novela; las primeras treinta páginas se leen como un extenso libreto de un disco de Bob Dylan de 1965. Pero luego la narración asume el control, y el lector es guiado por el mágico misterio de la vida estadounidense adolescente durante los años sesenta. Al ser Mossman un poeta además de un perfecto narrador, el resultado es lírico y emergente. Pensad en un híbrido entre Jim Morrison con J. D. Salinger. Ah, y a veces es para troncharse de risa. Una vez que hayáis leído el libro —que tiene su aquel—, echad un vistazo al documental Stone Reader, de Mark Moskowitz, el cual ha desempeñado un papel fundamental en la vuelta de este libro a la corriente cultural actual. Reader (disponible en DVD) muestra las crónicas de Moskowitz buscando a Mossman, que desapareció de la vida pública hace treinta años. Es también una oda a los libros y la lectura.
Después tenemos La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón, traducida del español por Lucía Graves (The Penguin Press, 24.95 dólares). Si pensabais que la novela gótica había muerto en el siglo XIX, este libro os hará cambiar de idea. Sombra es muy auténtica, una novela llena de esplendor y trampillas chirriantes, una novela donde hasta las subtramas tienen subtramas. Hay una casa embrujada (ah, pero ¿por qué?) llamada Ángel de la Niebla, y el único horror que supera a la cosa que se pudre en su cripta tapiada es (por supuesto, señor
) el horror del amor maldito. Hay mucho amor en Sombra, maldito y de otras muchas formas. Gran parte de ese amor se dedica a un sueño romántico en la Barcelona de mediados del siglo XX (en manos de Zafón, cada escena parece sacada de las primeras películas de Orson Welles); y aún más queda reservado para los libros. El narrador de Sombra es un dulce niño llamado Daniel Sempere, al que cada vez le horroriza más no poder recordar el rostro de su madre fallecida. Cuando se lo cuenta a su padre, el viejo lo lleva a un lugar que probablemente sea uno de los sitios más encantadores de la ficción moderna: el Cementerio de los Libros Olvidados. Allí, cuenta el hombre, los visitantes pueden adoptar un libro, del cual tendrá que hacerse cargo para que jamás quede en el olvido. Daniel escoge La sombra del viento, de un desconocido autor (el Dow Mossman de la época, podemos suponer) llamado Julián Carax, solo para descubrir que un hombre malvado —si es que se trata de un hombre— ha dedicado toda su vida a quemar todos los ejemplares de Carax que existen. La historia que sigue abarca asesinatos, falsas identidades, y dos satisfactorias relaciones de amor. He de advertiros que tenéis que ser unos románticos empedernidos para apreciar este material, pero si lo sois, os resultará una lectura maravillosa.También hay un poco de romance en Cauces de maldad, de Michael Connelly (Little Brown, 25.95 dólares), pero uno no se adentra en el oscuro mundo del exdetective de Los Ángeles Harry Bosch esperando flores y corazoncitos. Connelly no siempre escribe sobre Bosch; de hecho, yo considero que su mejor novela es la espantosa (e insoportablemente intrigante) El poeta, publicada a mediados de los 90. Aunque el clímax de El poeta era lo bastante satisfactorio, no dejaba de ser un final abierto. Uno no podía estar completamente seguro de si el asesino en serie había recibido su merecido. Resulta que no fue así. Cauces de maldad es una secuela de El poeta, y si reserváis este libro para el verano, olvidaos del aire acondicionado: los escalofríos vienen incorporados. La historia se cuenta de manera un poco dislocada: capítulos en primera persona desde el punto de vista de Bosch entretejidos con capítulos en tercera persona desde el punto de vista de la agente del FBI Rachel Walling. Pero la claridad a la hora de narrar de Connelly y un ritmo cada vez mayor compensan con creces esa sensación ligeramente incómoda de idas y venidas. Esto es aterrador en el buen sentido, al más puro estilo Thomas Harris, lo cual es un gran elogio.
Así que, con libros como estos, ¿quién necesita buenas noticias o incluso un buen programa de televisión? ⬥
Referencias
King, S. (21 de mayo de 2004). «It’s Alive! Alive!» en Entertainment Weekly.
En español en el original.