No os durmáis
Stephen King sobre la pereza de los «baby boomers». Hay mucha música, libros y películas estupendas… ¡ve a por ellas!
Columna escrita por Stephen King y publicada en Entertainment Weekly el 5 de diciembre de 2003. Traducción de Javier Martos.
En 1986, vendí un millón de ejemplares en tapa dura de It, y ahí estaba yo, en la portada de Time, el J. K. Rowling de mi época. Durante la década siguiente, las ventas se mantuvieron en ese nivel vertiginoso. Luego, esas cifras empezaron a bajar. Mis editores estimaron que se venderían seiscientas mil copias de Lobos del Calla. Eso no es moco de pavo, sobre todo para un libro de 35 dólares generosamente ilustrado, pero sigue siendo una caída del 40 % respecto a It.
Tampoco es que esté solo. Las ventas de Tom Clancy han bajado. También las de John Grisham y —en menor grado— las de Michael Crichton. Además, los libros no son el único tipo de entretenimiento que muestra declive; la caída de ventas y la resultante angustia de la industria de la música se han comentado ampliamente (a menudo en esta misma revista). Entonces ¿hacia dónde demonios nos dirigimos?
Creo que lo sé, porque en muchos sentidos soy hijo de mi generación, los llamados baby boomers. Mi relación amorosa con los libros ha durado toda mi vida, pero no compré una edición en tapa dura hasta que cumplí los veinte años (un regalo de Navidad para mi madre). Al igual que a muchos de mis coetáneos, el ahorro en libros, música y entradas de cine era algo que nos habían inculcado nuestros padres, que habían sufrido la Gran Depresión y veían esos ahorros no como una opción sino como una necesidad. Así pues, como muchos otros jóvenes de mi edad, después de la universidad dejé a un lado mis dulces sueños de hippy, me busqué un trabajo —el mío era más lucrativo que el de la mayoría, lo admito— y descubrí que ya no tenía que esperar a la edición de bolsillo. Muchos otros boomers descubrieron lo mismo. El aumento de ventas en tapa dura resultante hizo posible grandes descuentos, lo cual, a su vez, facilitó aún más la compra de libros en tapa dura.
Pero ¿qué pasó en los 90? Creo que estamos viendo a toda una generación —la mía, la generación del baby boom— apagando las luces y colocando un letrero en la puerta: «LO SIENTO, ESTOY ECHANDO LA SIESTA. MENTE CERRADA HASTA NUEVO AVISO». Más o menos ocurre lo mismo con el índice de ventas de la música. La piratería y las descargas ilegales, aunque denunciadas por la prensa hasta la saciedad, representan solo una fracción de la caída de la recaudación. Lo que creo que está pasando es obvio: nosotros, los baby boomers, somos demasiado viejos. Oh, sí, compramos algunos discos, es posible que hayáis oído que nos encantan los Beatles, Rod Stewart y esos pirados de los Rolling Stones. ¡No intentéis que escuchemos a nadie que no sea miembro de la AARP!1 Puede que Bob Seger tuviera razón cuando nos dijo que el rock and roll nunca se olvida2, pero sí cansa.
Las ventas de entradas de cine se han mantenido fuertes, pero solo porque los estudios están vendiendo un producto enfocado casi exclusivamente al público de las generaciones X e Y. La mayoría de las películas calificadas R van al depósito. Las películas PG-13 son las que mandan. Una cinta como A todo gas hace de oro a la taquilla, mientras que Mystic River de Clint Eastwood apenas es capaz de arreglárselas. En mi opinión, si Mystic River se hubiera estrenado hace veinte años habría conseguido la taquilla de Chinatown. Ahora, los baby boomers ven un tráiler en televisión y piensan: «Bah, esa peli parece muy seria. Muy compleja. Creo que me quedaré en casa viendo Jeopardy!». Y a la respuesta «Lo más triste que Steve King puede imaginar» le corresponde la pregunta «¿Cómo definirías el hecho de que una generación entera se haya quedado dormida?».
En un momento en el que deberíamos estar acercándonos a nuestro apogeo mental, los baby boomers prefieren un rato de risas en vez de la literatura, el hilo musical del supermercado en vez de algo de los Strokes o los Hives. Los boomers ya no necesitan una canguro si quieren salir a dar un paseo, pero siguen sin salir. Es mucho más fácil sentarse en casa frente al televisor con el mando en una mano y una lata de Bud en la otra. Nosotros, los baby boomers, podremos ser la generación más rica y poderosa en la historia de los Estados Unidos, pero somos, por lo general, demasiado perezosos para aprovechar nuestras influencias. Se nos ensanchan las caderas, nuestra capacidad para disfrutar aventuras mentales cada vez es más pequeña, y la idea que tenemos de una gran tragedia es que Jerry García se muera de un infarto mientras está en rehabilitación.
Llego a millones de lectores mediante esta revista, pero no puedo convencerlos de que no es hora de irse a dormir. Fuera, el mundo cambia rápidamente. Dentro, muchos de nosotros estamos sentados en casa, con nuestros culos cada vez más grandes, viendo a Gilligan en TV Land. Cuando los baby boomers comprábamos nuestras primeras ediciones en tapa dura, éramos propensos a cuestionar a la autoridad (y probablemente nos burlábamos de ella). Ahora, en cambio… quizá Bob Dylan lo supo expresar mejor (a menudo es así): «Me importaba, pero las cosas han cambiado».3
Si habéis seguido leyendo hasta aquí, habéis llegado al final de la columna, y al final del EW de esta semana. ¿Por qué no la dejáis a un lado y os acercáis a la librería más cercana? Comprad una novela con algún dibujo interesante en la portada. Luego, id a la tienda de discos del otro lado de la calle; os recomiendo Kid Rock o Drive-By Truckers, o tal vez el excelente disco de Marty Stuart, The Pilgrim.
El cerebro es el órgano más obediente del cuerpo, si le decís que se calle y que deje de molestaros, lo hará. Espero que no lo hagáis. Tener cincuenta y cinco o incluso sesenta años no os hace demasiado viejos para el rock and roll; aún sois lo bastante jóvenes para bailar. No os durmáis, ¿vale? Por favor, no os durmáis. ⬥
Referencias
King, S. (5 de diciembre de 2003). «Don’t Go to Sleep» en Entertainment Weekly.
La AARP es la organización sin fines de lucro y sin afiliación política más grande dedicada a facultar a las personas a decidir cómo viven a medida que envejecen. Consulta más información en aarp.org.
Referencia al tema Rock And Roll Never Forgets de Bob Seger.
Referencia al tema Things Have Changed de Bob Dylan.