Stephen King brilla con luz propia
Artículo publicado por Steven P. Brown en abril de 1985 sobre la creación del seudónimo Richard Bachman empleado por Stephen King
Artículo publicado por Steven P. Brown en The Washington Post en abril de 1985. Traducción de Óliver Mayorga.
El novelista Richard Bachman murió por desenmascaramiento a principios de este año.
Yo ayudé a matarlo.
Mi participación comenzó mientras leía las cinco novelas de Bachman. Poco a poco me di cuenta de que solo podían haber sido escritas por un hombre, y no era Richard Bachman. Tenía que ser Stephen King, el autodenominado «equivalente literario a un Big Mac con patatas fritas», que se había convertido en uno de los escritores vivos más populares de Estados Unidos.
Mis sospechas me llevaron a la Biblioteca del Congreso para echar un vistazo a los derechos de autor de [los libros de] Richard Bachman. Todos menos uno estaban a nombre de Kirby McCauley, que es el agente de King. Pero el primero de los libros de Bachman, Rabia, estaba a nombre del propio King. Le envié una carta detallando lo que había encontrado y esperé una disimulada respuesta. En cambio, un día, sonó el teléfono.
«¿Steve Brown? Habla Steve King. Bien, sabes que soy Bachman, sé que soy Bachman, ¿qué vamos a hacer al respecto? Hablemos».
El nacimiento de Richard Bachman fue mucho menos dramático que su muerte. Rabia, un libro de bolsillo, fue publicado en 1977 por New American Library (NAL) y pasó al olvido casi inmediatamente. Pero para el quinto libro de Bachman, Maleficio, publicado en tapa dura el pasado mes de noviembre, empezaba a formarse un público mucho mayor. El libro está ahora en el puesto número 3 de la lista de los más vendidos de The New York Times y en el número 6 de la de The Washington Post.
«Antes de Maleficio, los libros de Bachman caían en un pozo. Recibo 50 o 60 cartas de fans a la semana, más si sale una película o la edición de bolsillo de algo. Bachman recibía dos cartas al mes. Nunca pensé mucho en trabajar para mantener a Bachman en secreto. No tenía que hacerlo. Pero cuando salió Maleficio, fue como llevar la compra a casa en una bolsa bajo la lluvia. Poco a poco la bolsa se ablanda y empieza a romperse. Las cosas empiezan a caerse», dice King.
Poco a poco se fue corriendo la voz, desde varios lugares. King fue asediado por periodistas, fans y libreros.
«Esquivé las llamadas de Good Morning America. El periódico de mi ciudad natal se ha ocupado de mi caso. Un tipo importante de Walden, de B. Dalton, una de las cadenas, llamó a NAL y dijo: “Mira, creemos que es King. Si nos lo dices, no lo anunciaremos ni nada, pero pediremos otros 30 000 ejemplares”. Pero NAL seguía diciendo que no, que no era él. ABC News y Entertainment Tonight me han estado molestando cada dos días durante los últimos dos meses. De repente empezó a aparecer por todas partes, todos a la vez. Seguiré negándolo durante un tiempo, pero no estoy en la misma liga que G. Gordon Liddy1», dice King.
El atribulado King dio a conocer la información básica al periódico de su ciudad, el Bangor Daily News, en febrero. A partir de ahí, la historia se difundió hasta que Maleficio apareció por primera vez el 3 de marzo en las listas de los más vendidos. La NAL envió inmediatamente folletos a los libreros en los que se decía: «Stephen King escribiendo como Richard Bachman». Se está planeando una reedición en un solo volumen de los cuatro libros de bolsillo agotados. King lo permite a regañadientes, pero es sensible a la carrera de su gemelo espectral.
Porque Stephen King no necesitaba a Bachman por el dinero; lo necesitaba para publicar sus libros.
King publica novelas como churros. Es un pariente espiritual de los grandes escritores pulp de principios de siglo [XX], escritores como Edgar Rice Burroughs, que producían novelas con la regularidad del ciclo lunar. Pero el gran volumen del público de King le ha puesto en conflicto con una de las paradojas de la edición moderna. Cuanto más popular se vuelve, menos frecuentemente sus editores están dispuestos a publicarlo.
«Las editoriales son supersticiosas acerca de publicar más de un libro al año de un mismo autor», dice Kirby McCauley, agente de Stephen King. «Hay muy pocos escritores de éxito que escriban más de un libro al año, y pocos tienen tanta calidad en sus libros como Steve. Ya no necesita el dinero, pero le encanta escribir».
A los lectores de King no les importan las sutilezas de la publicación. Solo quieren más King.
«Sé cómo se sienten», suspira King. «Es algo que me ha dado la lata constantemente a lo largo de mi carrera. Hace ocho años era consciente de que la producción de mi ficción estaba fuera de control. También soy consciente de que los editores son reacios a publicar más de uno o dos libros al año, y yo siempre he ido con tres o cuatro libros por delante. Llevo mucho tiempo sintiendo la frustración de tener este material acumulado. Ahora mismo estoy en el proceso de construir un acuerdo. En 1986 o 1987, voy a publicar cuatro novelas. Todas bajo mi propio nombre. No se van a quedar por ahí. Estoy vadeando contra una marea de editores y editoriales que sacuden la cabeza y dicen: “No, no puedes hacer eso”.
»“¿Por qué no puedo hacerlo?”, digo.
»“Habrá un exceso en el mercado. Limitarás la venta de los libros”.
»Si iba a haber un exceso en el mercado, habría sido el año en que se estrenaron cinco películas. Los críticos se reían de ello: la película del mes de Stephen King. Y todos esos libros de bolsillo… Entonces salió Cementerio de animales. Las ventas en tapa dura de ese libro duplicaron todo lo que había tenido antes».
Así, en 1977, Stephen King engendró a Richard Bachman.
Durante los ocho años de carrera de Bachman, King y las pocas personas que conocían su verdadera identidad mantuvieron el secreto. Durante los años anteriores a la publicación de Maleficio, King respondió a las preguntas ocasionales con la historia de que Richard Bachman era un criador de pollos de New Hampshire, un hombre cuyo rostro devastado por el cáncer le impedía reunirse o hablar con alguien. «El pobre tipo era un feo hijo de puta», dice King.
Por supuesto, King ya era un nombre conocido. Se había estrenado la película Carrie, de Brian De Palma, y la actuación de Sissy Spacek había hecho que la película permeara en la conciencia nacional, y el nombre de Stephen King, también. Ese año, la edición de bolsillo de El misterio de Salem’s Lot había llegado directamente a la cima de las listas de los más vendidos, y El resplandor acababa de salir en tapa dura. King ya había completado los primeros borradores de novelas que no verían la luz durante años; libros como La zona muerta, Cujo y Ojos de fuego. También había otras cuatro novelas ya terminadas que competían por un puesto en el cada vez más restrictivo calendario de publicaciones de King.
King decidió que tenía que hacer algo con Getting It On, una de esas novelas terminadas que le gustaban. Era diferente a su trabajo habitual, y temía que «se convirtiera en un libro que llegara demasiado tarde». Se puso en contacto con la editora Elaine Koster de New American Library (la editorial de bolsillo de King desde el principio). Koster y NAL aceptaron publicar el libro con un nombre falso.
«Fui enfático al decir que no quería que el libro tuviera publicidad», dice King. «Quería que saliera a la luz y que encontrara un público o que desapareciera tranquilamente. La idea era no publicar solo un libro que yo pensara que era bueno, sino tratar de crear honestamente otro nombre que no se asociara con el mío. Era como tener una cuenta bancaria en Suiza».
El manuscrito de Getting It On circuló por las oficinas editoriales de NAL bajo el nombre de Guy Pillsbury, el abuelo de King. Pero se filtró que Pillsbury era Stephen King. King retiró, renombró y volvió a presentar rápidamente el manuscrito como Rabia.
«Entonces me llamaron», dice King. «Me preguntaron qué nombre quería ponerle. Había un libro de Richard Stark en mi mesa, y [un disco de] Bachman-Turner Overdrive en el equipo de música. Así que les dije que lo llamaran Richard Bachman».
En los ocho años siguientes, la NAL publicó otros tres libros de bolsillo de Bachman: La larga marcha, Carretera maldita y El fugitivo.
Casi nadie se dio cuenta.
Hasta Maleficio.
En 1982 King terminó un nuevo thriller sobrenatural. Tenía 300 páginas, bastante corto si se compara con las novelas de 500 páginas que saturan al lector y por las que es conocido. Ese mismo año se publicó la cuarta novela de Richard Bachman, El fugitivo. Ese fue el último de los cuatro libros originales anteriores a Carrie. Pero había muchos otros libros esperando a ser publicados bajo el nombre de King, así que decidió hacer de Maleficio una novela de Bachman.
Fue el principio del fin de la carrera de Richard Bachman. Maleficio era, evidentemente, una novela de Stephen King.
Publicado en tapa dura, con abundante publicidad, carecía del anonimato de la publicación en rústica de los cuatro libros anteriores. Incluso hubo una carta entusiasta enviada a los libreros por Koster: «Como editor de algunas de las mejores novelas de terror jamás escritas, hace falta mucho para que me entusiasme un nuevo escritor de terror. Ahora ha aparecido un escritor así».
«Me habían presionado mucho durante mucho tiempo», dice King. «La NAL quería lanzar tapas duras, a lo que yo me había resistido. Pero pensé que Maleficio es un libro fuerte. No es como los otros Bachman. Se parece más a una novela de Stephen King, y tiene la oportunidad de ser comercial. Pregunté a la NAL si querían publicar este libro en tapa dura, y se mostraron muy entusiasmados. La gente de NAL que no sabía quién demonios era Bachman estaba entusiasmada. Me presionaron mucho, en parte, creo, porque querían mostrarme lo que podían hacer con una tapa dura.
»Al principio fui a la New American Library a tiempo completo porque publicaban los libros de Bachman… Fue a través de los libros de Bachman que llegué a conocer a gente de allí, gente de verdad… Pude ir a Doubleday y negociar con la certeza de que si rechazaban el trato que les ofrecía, podría ir a NAL como Stephen King, porque habían sido muy buenos con mi amigo Richard Bachman». (Doubleday fue la primera editorial de tapa dura de King; más recientemente sus novelas han sido publicadas por Viking Press).
King es famoso (o infame, según el crítico al que escuches) por su uso de las marcas comerciales de la cultura moderna. A lo largo de su obra invoca los nombres de los productos domésticos más conocidos para profundizar en el intenso realismo de su mejor ficción. En un irónico reconocimiento de su propia omnipresencia en nuestra vida cotidiana, King utiliza su propia marca en Maleficio: «Por un momento estabas empezando a sonar como una novela de Stephen King…».
Que la New American Library haya conseguido mantener en secreto la identidad de Richard Bachman durante ocho años ha sido una hazaña notable, teniendo en cuenta el intenso escrutinio que sus legiones de fans hacen de cada una de las palabras de Stephen King.
«Quería saltar y decir: “¡Esto es Stephen King!”», recuerda Elaine Koster. «Pero no pude. Tuvimos muchas preguntas a lo largo de los años, pero nunca hicimos creer a nadie que era Steve. Nos limitamos a ocultarlo, aunque nos convendría no hacerlo. Se convirtió en una misión para mí respetar la privacidad de Steve. Fuimos tan reservados que nuestro director general, Bob Diforio, ni siquiera lo sabía».
Un subterfugio fue la colocación de la foto de un desconocido en la sobrecubierta de Maleficio. El rostro, que mira fijamente al lector con divertido distanciamiento, es el de Richard Manuel, un viejo amigo de Kirby McCauley. Manuel vive en Roseville, Minnesota, un suburbio de St. Paul, donde trabaja como constructor de casas de bajo consumo energético. «No se lo dije a nadie», dice Manuel. «Juré guardar el secreto. Algunos amigos me llamaron y me dijeron: “Oye, Dick, hay un tipo que se parece a ti que está escribiendo libros en New Hampshire”. Hasta mi hermana me llamó y me lo dijo».
McCauley dijo que él y King eligieron a Manuel porque «teníamos que encontrar a alguien que viviera muy lejos de Nueva York. Habría una posibilidad de que alguien en Nueva York reconociera a Richard Bachman caminando por la calle».
«Creo que los libros de Bachman son bastante dinámicos», dice King. «Me sentía muy ambivalente con respecto a mi vida y mi escritura en ese momento. En parte porque fui a la universidad, lo que nunca es bueno para tipos como yo. Sentí muy fuertemente la diferencia entre vender comercialmente y vender porque amaba lo que hacía. Permití que se publicaran los Bachman porque sentí que nadie iba a ser engañado. Pensé que los libros estaban muy vivos, y eso no es cierto en todo lo que hay en mi baúl. Por ejemplo, hay una novela inédita muy larga que es bastante mala. Pero si yo pensara que los Bachman son malos libros, o si estuviera publicando por un sentido de vanidad, entonces no permitiría que salieran bajo ninguna circunstancia».
«Nunca sentí la necesidad de que Bachman fuera otra cosa que Bachman», dice King. Había mantenido un cuidadoso control para asegurarse de que la editorial no se volviera loca promocionando el libro si la verdadera identidad de Bachman salía a la luz. «Maleficio se seguirá vendiendo como Richard Bachman», dice King. «Me gustaría que Maleficio se vendiera de forma agresiva, porque me gustaría que fuera el último libro de Dick».
Maleficio marcó un cambio en la actitud de King hacia su alter ego. Ya no era Bachman el depositario de los primeros trabajos no publicados, libros que no encajaban bien en la carrera de King. Si el secreto seguía oculto, había planes para el criador de pollos de New Hampshire.
«Hay un libro que había pensado que se convertiría en la siguiente novela de Bachman», dice King. «Es una novela titulada Misery, y tiene ese aire de Bachman. Así que pensé: digamos que Bachman vende 30 000 copias de Maleficio en tapa dura. Digamos que no se convierte en un superventas, pero lo hace bastante bien. Si pudiera volver con otra tapa dura, creo que podría haber convertido al tipo en un superventas en dos o tres años, completamente solo. Entonces mucha gente se habría quejado, diciendo: “¡Diablos! Escribe igual que Stephen King. Debe ser otro imitador”. The Literary Guild2 aceptó Maleficio y escuché un comentario de uno de sus lectores que decía: “Esto es lo que Stephen King escribiría si Stephen King pudiera escribir de verdad”».
Por supuesto, King tiene otros proyectos en marcha. Su colección de cuentos de más de 600 páginas, Skeleton Crew, será publicada en junio por Putnam. Habrá una película original, Los ojos del gato, que espera llegar pronto a las pantallas.
Este otoño está prevista otra película, Miedo azul. Se trata de un año en la vida de un hombre lobo, contado en doce pequeñas piezas, cada una ambientada en una luna llena diferente. Se basa en El ciclo del hombre lobo, una novela publicada en 1983 por Land of Enchantment Press, en una edición limitada profusamente ilustrada. NAL sacará pronto una edición en rústica.
Uno de los proyectos más extraños que se están desarrollando es una versión musical de Carrie en el teatro.
«Lo está haciendo Larry Cohen, que hizo el guion de [la película] Carrie», dice King. «A veces pienso que Larry está convirtiendo Carrie en el trabajo de su vida. No sé cómo será. Seguimos renovando la opción, porque, después de todo, no hay tanta gente que quiera hacer un musical de Carrie».
Incluso Richard Bachman tiene acuerdos para hacer películas.
«Tanto La larga marcha como El fugitivo están programadas para convertirse en películas», dice King. «Ahora que la historia de Bachman sale a la luz, los más felices están en un pequeño grupo de producción de Los Ángeles que adquirió la opción de compra de El fugitivo hace un par de años. Su opción estaba a punto de agotarse, solo le quedaban unos días, cuando escucharon los rumores. Se dirigieron a Kirby y dijeron: “Vamos a perder la opción, ¿no?”. Kirby les llamó y les amplió la opción como si todavía fuera Richard Bachman con el que estaban jugando. Es un extraño paralelismo con mi propia carrera. Carrie se convirtió en una película de inmediato, y fue un golpe de suerte. Acortó todo el asunto de convertirse en un éxito y que mi trabajo llamara la atención de la gente».
Un proyecto largamente esperado que no parece que vaya a producirse es la publicación de la versión íntegra de La danza de la muerte. Varios cientos de páginas fueron cortadas de la versión publicada, y los rumores de una edición restaurada han circulado durante años. Pero King dice que no, que las complicaciones legales son demasiado grandes. «No saldrá a la luz», se lamenta.3
Está a punto de concluir otro libro que durante mucho tiempo ha sido fuente de rumores. Se trata de un manuscrito de extensión bíblica titulado IT que, al parecer, es la obra magna de King. Podría ser la novela de terror definitiva. Pero, como siempre ha sucedido con los libros de King, IT es solo estructuralmente una novela de terror.
«IT trata sobre niños», dice King. «Es como una gigantesca sobreexposición de “El cuerpo” de Las cuatro estaciones. He estado trabajando en la reescritura, y estoy rodeado de este enorme manuscrito. IT me tiene obsesionado desde hace años. Hay veces que pienso que debería quemarlo. Pero IT va a ser muy bueno. Va a gustar».
Sería fácil decir que Richard Bachman fue simplemente un vehículo para que King sacara de su baúl sus primeros trabajos. Hasta cierto punto, eso es cierto. Aunque King habla de una «sensación de Bachman», no lo reconoce como una persona independiente.
«Solo escribí uno de esos libros, Maleficio, pensando en Bachman», dice King. «Nunca fue un caso como el que solía decir Donald Westlake, que escribía como Westlake en los días soleados, y como Richard Stark en los días en que llovía».
Pero ese criador de pollos con la cara arruinada ha escrito cuatro novelas que no se parecen a la obra del propio King. Son novelas de simple tensión, sin el dramatismo artificialmente elevado de lo sobrenatural. Stephen King en clave menor.
«Todos los libros de Bachman son libros tristes», dice King. «Todos tienen finales deprimentes. No creo que el final de una novela sea especialmente importante, aunque mucha gente sí lo cree. Me interesa más cómo reacciona la gente en el camino. En lo que a nosotros respecta, todos vamos a llegar a un final infeliz».
«No encajaban muy bien en su carrera», dice Kirby McCauley. «Era conocido por sus novelas de terror sobrenatural, y su temor era que llevara a su público por el mal camino». Steve King pensó que Cujo era más bien un libro de Bachman. No había nada sobrenatural en él, y ciertamente tenía un final deprimente. Retrospectivamente, Maleficio debería haber sido una novela de Stephen King».
Vistas en el contexto de la obra más famosa de King, las novelas de Bachman parecen ligeras y sin pulir, con la excepción de Carretera maldita, una novela excelente y reflexiva en cualquier caso. Sin embargo, todas ellas tienen la calidad clásica de Stephen King, el impulso narrativo de pasar las páginas, la incapacidad de contar una historia aburrida. A los lectores les encanta.
«No sé por qué», reflexiona King. «A veces leo el material en voz alta y no está ahí. Lo que sea que le guste a la gente, no está ahí para mí. Está ahí cuando lo escribo, pero no cuando lo cojo. Hace años que leo en las críticas que no tengo estilo. Con mi tipo de prosa, podría estar muerto de hambre...». ⬥
Referencias
Brown, Stephen P. (9 de abril de 1985). «Steven King Shining Through» en The Washington Post.
Liddy estuvo condenado por conspiración, robo y escuchas telefónicas ilegales por su rol en el escándalo de Watergate.
The Literary Guild of America es un club de libros de pedido por correo que vende ediciones de bajo costo de libros actuales seleccionados a sus miembros.
Pero se equivocaba. En mayo de 1990, finalmente se publicó la versión íntegra de la obra con el título The Stand, The Complete & Uncut Edition.