Gira del libro: en casa con Stephen King
No temas, el rey de los escalofríos será nuestro simpático guía a través de su biblioteca personal
Artículo de John Williams publicado originalmente en el sitio web de The Washington Post el 30 de octubre de 2023. Traducción de Óliver Mayorga.
Book Tour es una nueva serie de reportajes en la que personajes notables nos muestran sus bibliotecas personales.
BANGOR, Maine. Me fue imposible llegar solo a esta ciudad ya oscurecida una silenciosa noche de verano, sabiendo que iba allí para conocer a Stephen King, y no sentir un poco de miedo. O mucho.
Pero el sol que disipó el miedo al día siguiente fue un King muy amable que me recibió en la biblioteca de la planta baja de su antigua casa, que ahora es la Stephen & Tabitha King Foundation. (Esta fundación sin ánimo de lucro concede subvenciones a proyectos que abordan las causas y consecuencias de los «problemas sociales y medioambientales» de las comunidades de Maine. Me reuní con King antes del tiroteo masivo del 25 de octubre en Lewiston, Maine, que impulsó a King a pronunciarse en múltiples foros públicos contra nuestra cultura de la violencia armada).
«La casa lleva aquí desde 1845; nosotros, desde 1976», dijo. «Pero ya no vivimos aquí, y es una especie de cápsula del tiempo. Lo importante de esta habitación es que aquí se reunían los niños cuando eran adolescentes con todos sus amigos. Aquí jugaban con los videojuegos».
La larga sala está forrada a cada lado con libros muy bien ordenados: ficción a lo largo de una pared, en orden alfabético por autor, y no ficción en la otra, agrupados por temas. Mientras King, de 76 años, recorría la biblioteca conmigo, había varias personas cerca: miembros de su equipo editorial, amigos del pueblo, administradores de la fundación. Se conocen desde hace mucho tiempo, y los presentes parecían mucho menos una comitiva que una cálida familia reunida.
Ficción extraña
Varias estanterías están ocupadas por series temáticas de libros, muchos de ellos regalos de su esposa desde hace más de 50 años, Tabitha, cuya propia colección también se encuentra aquí. Más de una vez, mientras hablábamos, King hizo una pausa para decir: «Ojalá Tabby estuviera aquí». Uno de esos regalos fue una colección de Arkham House, una editorial de weird fiction (ficción extraña) fundada en 1939 en Wisconsin, cuyos libros significaron mucho para King cuando era un joven lector. «Crecí con esta gente», dijo. «Todos se publicaban en los pulps en aquella época. Muchos de ellos se publicaban a un penique la palabra o algo así, y hay una gran variedad. Los originales tenían una tirada de mil ejemplares más o menos, no era mucho. Estos son reimpresiones».
«A Thousand Years a Minute, de Carl H. Claudy», dijo King, entonando el título del libro con intencionado asombro infantil. «1933. Trata sobre volver al pasado y luchar contra dinosaurios y ese tipo de cosas. El Parque jurásico de su época».
Pleasant Dreams, una colección de relatos cortos del escritor de terror y fantasía Robert Bloch (1917-1994), le hizo recordar a King una larga conversación que mantuvo una vez con el escritor en una convención. «Probablemente fue alrededor de 1982, así que yo había escrito Carrie y ‘Salem’s Lot y algunas otras, pero no mucho», dijo. Bloch le comentó: «Tienes un gran futuro por delante; no dejes que los editores te devoren».
Richard Matheson, autor de I Am Legend y de muchas otras obras, dio a King un consejo aún más concreto, después de que este le enviara un ejemplar de ‘Salem’s Lot. «Él solía escribir en unos pequeños papeles con membrete, y me envió una carta en uno de ellos», dijo King. «Me dio las gracias por el libro y al final me dijo: “Voy a decirte lo más importante que sé sobre la escritura”. Y pensé: “Dios mío, esto sí que me va a servir de algo”. Le di la vuelta y decía: “Consigue un atril”. Así no tendría que girar la cabeza una y otra vez hacia la página, porque era en la época en que se escribían las cosas a máquina». ¿Siguió el consejo y se compró uno? «No, nunca lo hice. Y tampoco tuve nunca problemas de cuello».
Burroughs, sujeta a Tarzán
En otra estantería de varios metros, también regalo de Tabitha, había libros de Edgar Rice Burroughs.
«Pirates of Venus y los de Pellucidar: At the Earth’s Core y cosas así. Me encantaban», dice King. «Nunca me gustaron mucho los libros de Tarzán, todas esas cosas de la jungla. Nunca me creí eso de columpiarse con lianas y hablar con los simios y esas cosas».
The Crypt y Cormac
King sacó de la estantería una colección de Tales From the Crypt, recitó solemnemente su título y soltó una caricaturesca carcajada maligna. «Me pervirtieron de niño», dijo. «Tenía 10 u 11 años. A mi tía le preocupaban; a mi madre, no. Costaban cinco centavos cada uno. Les faltaban las tapas. En aquella época, las arrancaban y las devolvían para que se las dieran a cuenta. Se suponía que debían despulparlos, pero en cierto modo lo hacían por partida doble».
Señala que, como muchos de los libros de su biblioteca, los ejemplares de Crypt son reimpresiones. «No soy coleccionista», afirma. «Tengo algunos libros firmados, pero no están en un lugar especial. No son posesiones preciadas ni nada por el estilo. Tengo un Look Homeward, Angel, firmado por Thomas Wolfe, y They Shoot Horses, Don't They?, de Horace McCoy. Y me encantan esas cosas, y es bonito tener un libro firmado, pero…».
Más tarde, nos encontramos con una primera edición firmada de la segunda novela de Cormac McCarthy, Outer Dark, publicada en 1968. «Me encanta Cormac McCarthy», dijo. Al preguntarle si lo conocía, King respondió: «No. Es decir, no conocí a Cormac McCarthy, pero lo he leído todo. Leí The Passenger y pensé: este tipo tiene 87 u 88 años y es tan bueno como siempre. Me dejó alucinado. Quiero decir, yo no lo entendía todo. Me impresionó tanto que escribí una historia llamada The Dreamers que va a estar en un nuevo libro. Y está dedicado a él porque robé su estilo para esa historia; la hizo posible».
Después de los Hardy Boys
«Empecé a leer a Ed McBain cuando tenía unos 11 o 12 años», dice King, mirando una fila de varias novelas del prolífico autor de novela policíaca. «Pasaba el bibliobús. Vivíamos en el campo. Lo primero que recuerdo es que estaba leyendo uno de estos libros y [los detectives] Carella y Kling fueron a entrevistar a una mujer sobre un crimen. Y ella está sentada y borracha, y se agarra el pecho y aprieta y dice: “Lo que tú digas, poli”. Y pensé para mis adentros: esto no son los Hardy Boys. ¿De acuerdo? Me impresionó. Parecía más real».
El árbol genealógico
Tabitha y los dos hijos de la pareja, Owen y Joe (que escribe como Joe Hill), han publicado varias novelas cada uno. La hija de King, Naomi, es pastora. Cuando se le pidió que examinara esas estanterías centradas en los King, el autor empezó inmediatamente a señalar la obra de los miembros de su familia. «Los libros de Joe están aquí, los de Tab allá arriba», señaló. «¿Dónde están los de Owen? Aquí está su libro The Curator. Save Yourself es el libro de Kelly. Kelly [Braffet] es la mujer de Owen; es estupenda».
A pesar del gran número de sus propios libros en las estanterías, King no hablaba de ellos.
Dijo que los libros de la familia habían sido comisariados y colocados en las estanterías por alguien que trabaja para él, alguien que está «más o menos interesado en mi, ¿cómo lo llamarías, mi…?». «¿Legado?», sugerí. «Legado, tal vez sea eso», dijo.
Unos minutos después, le pregunté si él mismo consideraba su legado. «No pienso mucho en el legado», dijo. «No entiendo por qué tendría que haber uno. Cuando eres un novelista popular, no me malinterpretes, hago mi trabajo lo mejor que puedo y siempre intento encontrar algo que decir. Si no dices algo que te interese, ¿para qué molestarse?
»Hay muy pocos novelistas populares que tengan una vida después de la muerte. Agatha Christie, por ejemplo. No puedo pensar en nadie más que sea un novelista popular, en realidad. John D. MacDonald fue un novelista terriblemente popular en su época, pero cuando murió, sus libros desaparecieron de las estanterías. En última instancia, eran desechables. Creo que un par de novelas de terror pueden perdurar. Puede que The Shining y ‘Salem’s Lot e It se lean dentro de 50 o 100 años. Si preguntas a la gente: “¿Qué vampiro conoces?”, te dirán Drácula. “¿Y quién inventó a Drácula?”. “No lo sé”. Así que, dentro de 50 o 100 años, la gente dirá: “Ah, Pennywise, el payaso. Sí, claro”. “¿Quién es Stephen King?”. No lo sabrán».
Epopeyas y libros de tapa dura
Señalando las estanterías de ficción, King dijo: «Esto es todo lo que he leído o lo que ha leído Tabby. Son todos libros leídos y queridos. No podemos deshacernos de un libro, ninguno de nosotros puede».
Aunque se describió a sí mismo como un lector no muy rápido, se detuvo a recomendar algunos libros que requieren bastante tiempo, como la épica The Forsyte Saga de John Galsworthy («La escuché y la leí en mi iPad porque la letra es demasiado pequeña para mí ahora») y los doce volúmenes de A Dance to the Music of Time de Anthony Powell.
Comenté que todos los libros de las estanterías de ficción —o casi todos— eran de tapa dura. King dijo que era para compensar el no haberlos tenido de niño. «Cuando era niño y era pobre, la idea de que pudieras comprar un libro de tapa dura por el astronómico precio de 6 dólares, cuando podías conseguir uno de bolsillo por 35 centavos, era impensable». El primer libro de tapa dura que compró, cuando estaba en la universidad, fue Death of a President, de William Manchester, sobre el asesinato de Kennedy, que regaló a su madre por su cumpleaños.
Hacia el final de mi visita, King sacó con entusiasmo una última obra de las estanterías: «Este es un libro interesante: Carrion Comfort, de Dan Simmons. Es largo, muy largo. Es uno de los pocos libros que ha leído toda mi familia. Me lo dedicó a mí, después de que me atropellara una furgoneta. Es un libro sobre gente que sufre accidentes estúpidos». En este punto, King se volvió hacia la sala y preguntó en voz alta: «¿Nos estamos divirtiendo?».
Pronto todos los presentes se reunieron en torno a un ejemplar de Knowing Darkness: Artists Inspired by Stephen King. Sería difícil exagerar las dimensiones de este libro de gran tamaño y edición limitada, que estaba sobre una mesa en un extremo de la sala y parecía más bien un mueble más. «Ni siquiera voy a intentar levantarlo», dijo King. Sus páginas incluían un toque divertido: una ilustración del rostro de King en una portada romántica clásicamente cursi para la novela Misery’s Return, una obra imaginaria que desempeña un papel en Misery de King.
Pero, por lo demás, Knowing Darkness estaba repleta de imágenes oscuras que han adornado su obra. Después de mirarlo un rato, King dijo con fingida inocencia: «Debo de tener la mente un poco retorcida». La sala se llenó de risas. ⬥
Referencias
Williams, J. (octubre de 2023). «Book Tour: At home with Stephen King» en The Washington Post.
Muchas gracias, excelente artículo.
Qué bueno es tener la companhia del maestro King, mismo que por solo un rato. Gracias!