La verdad es que casi todo lo que nos quieren enseñar, aconsejar o inducir en nuestra época de estudiantes, sobre todo la más temprana, nos resulta aburrido e incluso despreciativo. Porque va asociado a la misma obligatoriedad que el colegio. En esos días, lo que más nos gustaría es estar fuera de las escuelas, disfrutando del día y los juegos.
De todas formas, creo que estaría bien una especie de consenso entre profesor y alumno. Yo te recomiendo un par de libros y tú me traes otros dos. Entre ambos llegamos a un acuerdo. Porque leer aventuras, comics, fantasía y demás géneros menos clásicos y ortodoxos también es literatura y con ellos también se pueden estudiar los mismos conceptos.
También expresa King la cuestión de la edad. No es lo mismo leer un libro siendo niño, adulto que viejo. En cada etapa tenemos distintas razones para hacerlo y experiencias para disfrutarlo.
Estoy de acuerdo en que en los colegios se debería ofrecer un programa de lecturas más diverso: obras contemporáneas, cómic, teatro y también clásicos. Y encontrar otros modos de hacer que los estudiantes sientan verdadero interés por esas lecturas. Asignar trabajos obligatorios y hacer exámenes no creo que sea un buen aliciente.
Hace ya muchos años que no ocupo un pupitre de estudiante, pero en mi caso hubo de todo. Siendo muy pequeño no me entusiasmaba leer (me lo tomaba como otra asignatura más, «la lectura»). Los libros que me mandaban no me gustaban o no veía nada especial en ellos. Pero eso luego cambió cuando elegí leer mis propias lecturas, entre ellas algún libro de King, y cuando un profesor de mi instituto supo dar con aquello que me llamaba la atención: la literatura norteamericana del siglo XX. Y ese profesor me hizo conocer a Steinbeck y a Jack London. Se lo agradeceré eternamente. Después supo hacer que le tomara cierto gusto a algunos títulos de la literatura clásica española, como «Lazarillo de Tormes», que tiene un parecido con «Oliver Twist» de Dickens, o también las «Leyendas» de Bécquer. Este profesor logró animarme a leer esas obras porque me hablaba de ellas, las comparaba y las analizaba; no me obligaba a hacerlo mediante un proceso de evaluación forzoso.
También coincido contigo en que la edad es un factor muy importante. Cada obra nos habla de una manera en distintas etapas de nuestra vida, y hay obras que solo se pueden entender en profundidad (o producir interés) una vez que el lector cuente con un bagaje previo.
Estupendo artículo. Quiero creer que algo de lo que me obligaron a leer en clase, dejó un poso del que me alimento cuando escribo. Sien embargo, no solo no recuerdo esas lecturas, sino que no he vuelto a ellas nunca. Así que no estoy muy seguro de que lo mejor, sea obligar a los estudiantes a leer unos cuantos "clásicos" oficiales.
Desde luego, las cosas a la fuerza no sientan bien. Pero eso no quita que sea esencial enseñar también los clásicos de la literatura (de los que beben muchas obras contemporáneas, por eso son clásicos) y hacerlo de un modo que provoque interés en los estudiantes.
No apruebo un método cuyo objetivo sea memorizar, escupirlo en el papel y luego olvidarlo. Lo importante es aprender lo que cada uno considera necesario y forjar un pensamiento, un criterio (aprender a pensar, también). Pero para eso primero se ha de captar el interés.
Grandísimo artículo.
La verdad es que casi todo lo que nos quieren enseñar, aconsejar o inducir en nuestra época de estudiantes, sobre todo la más temprana, nos resulta aburrido e incluso despreciativo. Porque va asociado a la misma obligatoriedad que el colegio. En esos días, lo que más nos gustaría es estar fuera de las escuelas, disfrutando del día y los juegos.
De todas formas, creo que estaría bien una especie de consenso entre profesor y alumno. Yo te recomiendo un par de libros y tú me traes otros dos. Entre ambos llegamos a un acuerdo. Porque leer aventuras, comics, fantasía y demás géneros menos clásicos y ortodoxos también es literatura y con ellos también se pueden estudiar los mismos conceptos.
También expresa King la cuestión de la edad. No es lo mismo leer un libro siendo niño, adulto que viejo. En cada etapa tenemos distintas razones para hacerlo y experiencias para disfrutarlo.
Gracias por el artículo. Lectura disfrutada.
Un abrazo.
Hola, José Antonio:
Estoy de acuerdo en que en los colegios se debería ofrecer un programa de lecturas más diverso: obras contemporáneas, cómic, teatro y también clásicos. Y encontrar otros modos de hacer que los estudiantes sientan verdadero interés por esas lecturas. Asignar trabajos obligatorios y hacer exámenes no creo que sea un buen aliciente.
Hace ya muchos años que no ocupo un pupitre de estudiante, pero en mi caso hubo de todo. Siendo muy pequeño no me entusiasmaba leer (me lo tomaba como otra asignatura más, «la lectura»). Los libros que me mandaban no me gustaban o no veía nada especial en ellos. Pero eso luego cambió cuando elegí leer mis propias lecturas, entre ellas algún libro de King, y cuando un profesor de mi instituto supo dar con aquello que me llamaba la atención: la literatura norteamericana del siglo XX. Y ese profesor me hizo conocer a Steinbeck y a Jack London. Se lo agradeceré eternamente. Después supo hacer que le tomara cierto gusto a algunos títulos de la literatura clásica española, como «Lazarillo de Tormes», que tiene un parecido con «Oliver Twist» de Dickens, o también las «Leyendas» de Bécquer. Este profesor logró animarme a leer esas obras porque me hablaba de ellas, las comparaba y las analizaba; no me obligaba a hacerlo mediante un proceso de evaluación forzoso.
También coincido contigo en que la edad es un factor muy importante. Cada obra nos habla de una manera en distintas etapas de nuestra vida, y hay obras que solo se pueden entender en profundidad (o producir interés) una vez que el lector cuente con un bagaje previo.
Muchas gracias por pasarte y comentar.
Estupendo artículo. Quiero creer que algo de lo que me obligaron a leer en clase, dejó un poso del que me alimento cuando escribo. Sien embargo, no solo no recuerdo esas lecturas, sino que no he vuelto a ellas nunca. Así que no estoy muy seguro de que lo mejor, sea obligar a los estudiantes a leer unos cuantos "clásicos" oficiales.
Desde luego, las cosas a la fuerza no sientan bien. Pero eso no quita que sea esencial enseñar también los clásicos de la literatura (de los que beben muchas obras contemporáneas, por eso son clásicos) y hacerlo de un modo que provoque interés en los estudiantes.
No apruebo un método cuyo objetivo sea memorizar, escupirlo en el papel y luego olvidarlo. Lo importante es aprender lo que cada uno considera necesario y forjar un pensamiento, un criterio (aprender a pensar, también). Pero para eso primero se ha de captar el interés.
Muchas gracias por pasarte y comentar.